viernes, 14 de marzo de 2014

[Original] KA-HA: Las espadas del Lobo - La espada del Lobo - 25ª Parte: Pacto de sangre.

Pues por fin llegamos al final de esta cruzada, el fin de esta historia escrita por la genial Peppers. No puedo decir nada mas que ha sido un placer traer esta historia, realmente ha tenido momentos memorables, y personajes que creo que no serán fáciles de olvidar, sin duda alguna Peppers logro un excelente trabajo con esto y que bueno que me dio el permiso de publicar esto.

Espero que sigan leyendo las demás publicaciones del blog, pues aunque este relato a llegado a su fin, sin dudas las historias que se publicaran aquí no. Y también quiero agradecer a los que nos han seguido hasta ahora.

Capítulos anteriores:

Libro 1.
La leyenda de las siete Ka-Ha -PROLOGO/1ª Parte: Las tierras del norte.
La leyenda de las siete Ka-Ha - PROLOGO/2ª Parte: El Clan de los Shul.
La leyenda de las siete Ka-Ha - PROLOGO/3ª Parte: Los cinco clanes. 
La leyenda de las siete Ka-Ha - 4ª Parte: Una nueva era. 
La leyenda de las siete Ka-Ha -5ª Parte: Bosque maldito (1ª y 2ª Parte).
La leyenda de las siete Ka-Ha - 7ª Parte: Guerra.
La leyenda de las siete Ka-Ha - 8ª Parte: Un nuevo comienzo. 
Libro 2.
La sangre de la pantera  - 9ª Parte: El camino del Sur.
La sangre de la pantera - 10ª Parte: El emblema de la pantera.
La sangre de la pantera - 11ª Parte: Viaje al Este. 
La sangre de la pantera - 13ª Parte: La batalla de Epikas. 
La sangre de la pantera - 14ª Parte: Reencuentro.
La sangre de la pantera - 15ª Parte: El fin de la guerra.
La sangre de la pantera - 16ª Parte: El corazón ardiente. 
La sangre de la pantera - 17ª Parte: Hija del Norte. 
Libro 3.
La espada del Lobo - 18ª Parte: Sholem, la tumba del bosque.
La espada del Lobo - 19ª Parte: El latir de la bestia.
La espada del Lobo - 20ª Parte: El regreso de las Ka-Ha. 
La espada del Lobo - 21ª Parte: Los portadores y el pacto.
La espada del Lobo - 22ª Parte: La llama de hielo.
La espada del Lobo - 23ª Parte: El lobo y la pantera.
La espada del Lobo - 24ª Parte: La oscuridad de Sheika.

La espada del Lobo - 25ª Parte: Pacto de sangre.



Tierras del Norte, Ciudad de Eldos-Beräm. 
23º Año del mandato de Jeraqc Braman, 18º Legado de Nurvak. 
Estación del Caballo; Segundo tercio, vigesimoquinto día. 


El día había llegado y con el Sirye regreso a su letargo. El Dios observó desde la distancia al joven Milo que aun dormía y sintió tristeza por los jóvenes amantes, jamás volverían a reunirse. Dejo la habitación y se topo con Sohal en el largo pasillo. Sus miradas se cruzaron, la fiereza en sus ojos dejaba ver al ser que poseía el cuerpo de la joven. 

-Ella no regresara ¿Verdad?- Pregunto Sohal. 

-Lo lamento portador, pero así es. 

-¿Por qué? 

-Es su destino. Ella acepto albergarme y sacrificar su propia vida para poder proteger estas tierras. 

-¿Cómo podéis saberlo? 

-Porque ella me lo dijo. 

-Comprendo. Deberíamos prepararnos, el viaje al límite del bosque será largo. 

-Ese ya no es nuestro destino. Nos adentraremos a lo más profundo del bosque, lugar que pocos hombres han conocido. Debemos encontrar a Kurna. 

-¿Creéis que se encuentra allí? 

-No lo creo, lo se. Noto el latido de su débil y putrefacto corazón.- guardo silencio durante unos segundos.- Sohal, será una dura batalla y las sombras intentaran atraeros hacia ellas. Usaran sucias estratagemas para que abandonéis la lucha y os unáis a ellas, si crees que alguno de los portadores pueda ser tentado es el momento de decirlo. 

-No dudo de mis hombres, pero el joven sureño… no confió plenamente en el. Deberíamos dejarlo aquí o mandarlo de regreso a su tierra. 

-Podéis estar tranquilo, el chico lo hará bien. 

El tono hostil que acompañaba a Sirye había desaparecido, sus palabras se volvieron amables. Sohal se encargo de reunir a los hombres en la parte baja del templo, junto al lago Beräm. Los pocos Bäb-Kei que acompañaban al Adab Bäb habían regresado a sus oraciones con el nacimiento de un nuevo día, e incluso el líder les acompañaba. 

-La vida de Bërt-Ehm se extingue poco a poco conforme el bosque crece. Sin su agua este será una vez más un lugar hostil, una tierra yerma que no será capaz de albergar vida alguna. Confió en vosotros al igual que mi antecesor, el cuarto Adab Bäb confió en Sirkey para proteger estas tierras una última vez. 

Prepararon sus monturas en silencio, comida y bebida para el viaje. Brektöl reviso todas las armas una vez más y Sohal expuso el viaje que iba a comenzar. Todos comprendieron el terror al que se enfrentarían en el interior del bosque, una batalla que decidiría el futuro de los hombres. Regresaron al interior de la arboleda, la nieve había dejado de caer y notaban como se fundía bajo los cascos de los caballos. Sirye caminaba a la cabeza del grupo y los portadores la seguían en grupos de dos. El lugar nunca había estado tan silencioso, las sombras de los arboles habían desparecido y las raices sobresalían de la tierra creando una trampa a cada paso. Como evitar al enemigo si apenas podían verlo, las sombras parecían haberse ocultado en lo más profundo de la floresta, tal vez preparando un plan de ataque, tal vez temiendo el final. Quien podía saberlo. La espesura cada vez era mayor y apenas podían ver el cielo, notaron el palpitar de los arboles que parecían moverse y apresarlos a cada paso. 

-Bienvenida, ultima heredera. ¿O acaso seria mas correcto llamaros Sheika? 

-Kurna, vuestro corazón es mas negro de lo que jamás imagine. Ahora solo sois una sombra de lo que fuisteis como mortal, que creéis que podéis hacer en contra mía. 

-Probablemente yo solo jamás podría hacer nada, pero he hecho muchas amigas en los últimos ciclos. Y he de decir que no están nada contentas con el trato que han recibido de vos.-La arrogancia en el tono de Kurna era evidente. 

-No son nada, solo sombras, igual que lo fuiste vos al lado de Sheros. 

-¡Callaos! No eran nada, acaso habéis olvidado que yo destruí a vuestros queridos portadores. Lo único que tenían era esas armas que vos les entregasteis y finalmente resultaron no ser mas que viejas y melladas espadas. ¿Sabéis que hice con ellas? Las tire al fuego de Orkham. 

-No comprendéis nada Kurna, no importa que hagáis, las Ka-Ha no pueden ser destruidas. No importa cuanto abracéis a las sombras, finalmente os encontrare y daré fin a esta era de oscuridad, y cuando eso pase nadie os recordadora. Ni a vos, ni a vuestro decadente pueblo. Os ofrecimos una hermosa y pacifica tierra para vivir y vos preferisteis destruirla, así que compartiréis el mismo fin. 

-Eso solo sucederá si conseguís llegar a mí. 

Con el fin de las palabras de Kurna grandes sombras comenzaron a brotar de los arboles. De ellas, como marionetas, surgieron putrefactos guerreros de los Karmak. Sus armas crecían de sus brazos, unidas eternamente a ellos, eran puntiagudas y sombrías. Rodearon a los guerreros, eran cientos que surgían de todas partes, desenfundaron sus armas pues la batalla comenzaba. Las Ka-Ha mostraron su forma, y dentro de la inmensa oscuridad que favorecía a los demonios del bosque un atisbo de esperanza ilumino el lugar. La Espada del lobo comenzó a brillar y con ella todas las Ka-Ha, eran los espíritus de los antiguos portadores que regresaron para enfrentarse a los ejércitos de la muerte por última vez. Despojados de todo temor los valientes guerreros dieron el primer paso y se abalanzaron en contra de los espectros. Cortaban su forma y desaparecían pero seguían surgiendo mas, los portadores se habrían paso a través de ellas para alcanzar a Kurna, pero este horrendo ejercito parecía no tener fin. Las sombras que siempre habían temido las Ka-Ha usaban a los sacrificios del Hak para defenderse de los ataques de los Shul, pero no era suficiente, las Ka-Ha cortaban sus cuerpos sin piedad menguando así el ejército de las sombras. A sabiendas de que luchaban contra todos aquellos que una vez fueron portadores, y que ahora otorgaban su fuerza a los guerreros, las sombras temieron su propio fin y regresaron allí a donde podían equilibrar sus fuerzas, lugar donde Kurna esperaba ansioso a la batalla final. Los portadores siguieron luchando en contra de aquellos que una vez fueron hombres hasta que no quedo ninguno en pie, vieron como los espectros huían así que montaron sus caballos y las persiguieron. 

El Adab Bäb observaba desde la cima de Jal-Elk todo el territorio, y asombrado comenzó a ver como los arboles que delimitaban el bosque comenzaron a caer dejando ver por primera vez y desde hace mucho tiempo la tierra. 

Los portadores cabalgaban veloces tras la sombras que huían, de un arbola a otro, de una sombra a otra dirección a la llanura de Arlok. Vieron como el color de la tierra cambiaba y el lugar quedaba teñido con el rojo de la sangre de todos los que en aquel lugar habían muerto. La visión estremeció sus corazones y el putrefacto olor a muerte inundo sus pulmones, comprendieron que no podían fallar. Escucharon un leve sollozo y entonces pudieron contemplar los espíritus de aquellos que perecieron a manos de las sombras y fueron condenados a vagar eternamente por aquel bosque. La frondosidad del bosque cada vez era mayor y continuar a caballo era imposible, abandonaron las monturas para continuar su camino a pie. 

-Permaneced juntos y alerta, Kurna no debe estar muy lejos- Dijo Sohal. 

Atkmar caminaba junto a Milo, un susurro lo distrajo y se separo del grupo. Escucho una voz familiar, se giro para observar su entorno y vio la silueta de un anciano que lo llamaba. Era su padre, aquel que murió en el interior de Sheika. 

-Hijo abandonad toda esperanza, pues jamás conseguiréis vencer a Kurna, uniros a nosotras y vivires eternamente libre del pacto con el lobo. 

-¿Padre que os han hecho? Creía que habíais muerto. 

-Las sombras me ofrecieron la vida eterna, libre del pacto. 

-¿Cómo pudisteis abandonar todo en lo que creísteis? 

-¡Atkmar, alejaos! Ese no es vuestro padre.-Sohal corrió hacia él. 

Atkmar vio como la forma de su padre desaparecía convirtiéndose en un ser sediento de sangre, saco su arma y atravesó su cuerpo. La bestia grito y comenzó a brotar sangre de la herida cubriendo la espada de Atkmar. Por fin lograron llegar a los montes Orkham y sintieron descender al infierno. Los cadáveres se amontonaban a orillas del Beräm-Ork y sus aguas se habían teñido de rojo, siguieron el camino junto al rio para adentrarse en las montañas, lugar desde el que reinaba Kurna. Se detuvieron ante la caverna que daba paso a las entrañas de la montaña y en aquel lugar el Dios reclamo al Hak. 

-¡Kurna mostraos! No tiene sentido que sigas ocultándote entre las sombras. 

Cientos de sombras surgieron de la tierra y se unieron para dar forma al Hak. Su aspecto era sombrío y de sus extremidades goteaba sangre, miles de lamentos lo rodeaban, los espíritus de todas aquellas vidas que había sesgado. 

-Venís ante mí y decís ser un Dios pero os ocultáis tras una forma mortal. Yo ya despoje mi forma mortal para poder ser un Dios, el Dios de la sombras. ¿Os atrevéis a enfrentarme? 

Sirye saco su acero y se abalanzó contra Kurna, pero este se dividió en miles de espectros que los atacaron sin cuartel. Notaron como sus afiladas garras cortaban su piel pero continuaron luchando, arrancando las sombras de la tierra y haciéndolas desaparecer. Los portadores estaban agotados y las sombras continuaban atacándolos, Sirye corrió hacia Milo y le entrego la espada del lobo “no temáis únicamente son espectros, pesadillas. Si vuestro corazón es puro jamás lograran alcanzarlo”. Y así lo hizo, empuño la espada del Shuls-Ha y lucho junto a los demás. Pero eran demasiadas y parecían no tener fin. Bertam cayó y Syask corrió para ayudarlo, pero al distraerse la atacaron por la espalda y atravesaron su abdomen. La esperanza comenzó a abandonar sus corazones y por un momento temieron no poder vencer a Kurna, justo en ese instante las bestias del bosque llegaron y unieron sus fuerzas a la de los portadores. Osos, lobos, zorros y demás animales desgarraban a las sombras sin piedad protegiendo así a los heridos, pero no fue suficiente. La forma del Hak se apareció tras Milo y atravesó su corazón dándole muerte. Una lágrima surgió en el rostro del Dios, la tierra tembló y la tormenta de Shot-Em los sacudió. Los lobos aullaron y el viento rodeo a Sirye, llamas blancas comenzaron a surgir de su cuerpo y estas quemaban todo a su paso, los arboles y a las sombras que de ellos nacían. 

-¿Queréis luchar contra un Dios? Pues venid Hak, mostradme vuestra verdadera forma. ¿O acaso no podéis? 

Sirye se adentro en Orkham a través de la caverna, camino en la oscuridad hasta toparse con el cuerpo putrefacto de Kurna que se hallaba rodeado por las raíces de los arboles. 

-Así que esta es vuestra verdadera forma. Me dais pena, creísteis en las falsas promesas de las sombras que os prometieron poder para acabar con los hombres y alzaros como rey, pero solo os usaron. Como os dije, terminare con vos y jamás nadie os recordara. 

Alzo la negra espada y corto la cabeza del Kurna, esta cayo y rodo hasta sus pies. Pudo escuchar los gritos de las sombras en el exterior y finalmente el silencio. La batalla había terminado. Regreso al exterior, observo el bosque a su alrededor y cerro los ojos. 

-Regresareis a vuestro lugar, pero esta vez seréis vosotras las que dormiréis. Jamás volveréis a atemorizar a los hombres, solo seréis parte de las leyendas y cuentos. 

Los arboles a su alrededor comenzaron a caer. 

-Solo os pido una ultima cosa antes de marcharme.-le dijo a Sohal.- Viajad al sur y buscad a un hombre llamado Petro Allen, estará en la fortaleza de Panhan, es el padre del joven Milo. Contadle que su hijo lucho con valor para defender una tierra que ni siquiera era suya, que únicamente el amor lo guio a tan grande hazaña. Es lo último que os pido pues todos quedáis liberados del pacto. 

El Dios monto su caballo y cabalgo veloz al lugar que un día fue el umbral del bosque de Sheika. Llamo a la tormenta de Shot-Em y cubrió el bosque de hielo para que durmiera y así liberar al hombre de las pesadillas que en su interior se ocultaban. Nadie jamás volvió a ver a Sirye ni al espíritu del lobo. 

Y lo una vez fue verdad se torno el leyenda.

FIN.

viernes, 7 de marzo de 2014

[Original] KA-HA: Las espadas del Lobo - La espada del Lobo - 24ª Parte: La oscuridad de Sheika.

Pues esto es casi el fin, e penúltimo capitulo de la leyenda de las KA-HA. Milo ha aparecido, así como el que ahora los portadores de la KA-HA estan completos, sin embargo Milo se siente extraño al ver a Sirey actuando de una forma tan extraña. Al mismo tiempo el grupo se diriguen al monte Jal-Elk.

Capítulos anteriores:

Libro 1.
La leyenda de las siete Ka-Ha -PROLOGO/1ª Parte: Las tierras del norte.
La leyenda de las siete Ka-Ha - PROLOGO/2ª Parte: El Clan de los Shul.
La leyenda de las siete Ka-Ha - PROLOGO/3ª Parte: Los cinco clanes. 
La leyenda de las siete Ka-Ha - 4ª Parte: Una nueva era. 
La leyenda de las siete Ka-Ha -5ª Parte: Bosque maldito (1ª y 2ª Parte).
La leyenda de las siete Ka-Ha - 7ª Parte: Guerra.
La leyenda de las siete Ka-Ha - 8ª Parte: Un nuevo comienzo. 
Libro 2.
La sangre de la pantera  - 9ª Parte: El camino del Sur.
La sangre de la pantera - 10ª Parte: El emblema de la pantera.
La sangre de la pantera - 11ª Parte: Viaje al Este. 
La sangre de la pantera - 13ª Parte: La batalla de Epikas. 
La sangre de la pantera - 14ª Parte: Reencuentro.
La sangre de la pantera - 15ª Parte: El fin de la guerra.
La sangre de la pantera - 16ª Parte: El corazón ardiente. 
La sangre de la pantera - 17ª Parte: Hija del Norte. 
Libro 3.
La espada del Lobo - 18ª Parte: Sholem, la tumba del bosque.
La espada del Lobo - 19ª Parte: El latir de la bestia.
La espada del Lobo - 20ª Parte: El regreso de las Ka-Ha. 
La espada del Lobo - 21ª Parte: Los portadores y el pacto.
La espada del Lobo - 22ª Parte: La llama de hielo.
La espada del Lobo - 23ª Parte: El lobo y la pantera.

La espada del Lobo - 24ª Parte: La oscuridad de Sheika.



Tierras del Norte, monte Jal-Elk. 
23º Año del mandato de Jeraqc Braman, 18º Legado de Nurvak. 
Estación del Caballo; Segundo tercio, vigesimocuarto día. 


Milo viajaba rodeado por los portadores, su negativa a regresar a Panhan preocupaba al Dios, y que el estúpido acto de seguirlos le costara la vida. La tarde terminaba y la cima Barpek se lograba intuir en la distancia. Era un camino pedregoso y los caballos comenzaban a estar agotados, el bosque ya quedaba lejos a sus espaldas. El Jal-Elk era el único lugar del norte que no había quedado cubierto por Sheika, y desde su cima solo se podía ver el negruzco manto que se tornaba blanco por la intensa nevada que caía sobre todo el inmenso territorio. La ciudad de Eldos-Beräm seguía en pie. Nada había cambiado desde que Sirye visito este lugar por última vez junto a su padre, solo echaba en falta una cosa, las túnicas naranjas. Se acercaron lentamente al templo de Bërt-Ehm, la noche había llegado y la tormenta intensificado, ni un alma rezaba en la parte baja del templo. Sirye avanzo confiadamente y se adentro en el templo, subió los escalones de la gran escalinata y observó a los portadores. Estos la siguieron. 

-No creo que aquí quede nadie.-Susurro Syask a Bertam que caminaba a su lado. 

-¿Que es este lugar?- pregunto Milo. 

-Es el Templo de Bërt-Ehm, El Dios del rio.-le respondió Sohal que caminaba tras el. 

-¿Del rio? 

-Sois extranjero supongo. ¿Tal vez del Sur, Amiran? 

-¿Conocéis mi tierra? 

-Muchos de los habitantes del norte son descendientes de hombres del sur. Huyeron. Las continuas guerras eran insoportables, aquí tenían una vida pacifica. ¿No conocéis estas tierras? Seguro que nunca habíais oído hablar de ellas. 

-No.- Milo estaba inquieto. 

-Prestad atención a lo que os voy a decir.-Sohal se acercó a Milo y le hablo al oído.- Si realmente el Adab Bäb sigue aquí y no huyo durante la guerra, veras cosas extrañas, oirás palabras que no comprenderás. Jamás dirás a nadie lo que aquí va a suceder. Esa niña, Sirye, es la hija del mejor hombre que jamás conocí, dio su vida por proteger a su pueblo y entrego su felicidad para salvar a su familia. Esa chica es todo lo que queda de él, y para mi y cualquiera de nosotros lo mas importante ahora es proteger su vida, espero os comportéis como un hombre, suceda lo que suceda a partir de aquí. Lo habéis comprendido. 

-Todo claro señor. 

-Muy bien. 

Llegaron a la sala del Adab Bäb, abrieron sus puertas y lo vieron. Sentado en el centro como siempre y cubierto con la misma túnica. Descansaba sobre una superficie acolchada y de color azul, los Bäb-Kei lo rodeaban, miraron a los asaltantes con los ojos llenos de terror. El Adab Bäb invito a los extranjeros a pasar y acompañarlos. 

-Habéis regresado. 

-Vos ya sabíais que regresaría.- Sirye se sentó frente a él, sujeto su barbilla con suavidad y elevo su rostro para poder ver sus ojos. Estos estaban cerrados.- ¿No queréis verme? 

-Mis ojos ya no me permiten ver, los ciclos no han pasado en vano. Hace mucho que os marchasteis, ¿Por qué habéis regresado? 

-La situación ha cambiado, el bosque esta fuera de control. Pero vos ya sabíais eso.- Sirye espero una respuesta.- ¿Qué ha sucedido? Algo a pasado,¿Que visteis hace 20 ciclos y no le contasteis a Sheros? 

-Vos ya intuís que es lo que late en el interior del bosque, siempre temisteis que algo así pasara, pero no hicisteis nada. 

-Ten cuidado anciano, no olvides con quien estas hablando. 

-Siempre ansié poder conocer a un Dios, poder observar con mis ojos el inmenso poder que poseen al igual que el primer Adab Bäb. Pero no tuve suerte, llegáis demasiado tarde, ya no hay solución.-El anciano abrió los ojos y el color de sus pupilas había desaparecido, sus ojos eran blancos como la nieve.- Kurna vive entre ellas, no solo el, muchos de los guerreros Karmak. Primero cayo Sheros, Kurna desespero al no encontrar la Ka-Ha del lobo y la guerra empeoro, Ithos estaba a punto de caer. Cuando Sholem y los portadores cayeron empezó lo peor, las Ka-Ha jamás mostraron su forma a Kurna y las lanzo al interior de los montes Orkham. Muchos huyeron pero Kurna no tenia suficiente, el bosque había comenzado a crecer y en un ultimo grito desesperado entrego a la mitad de su ejercito a cambio de que las sombras lo aceptaran entre ellas. 

-Un mortal. 

-Vos ya sabíais que esto sucedería, jamás debisteis dejar el bosque a cargo de los hombres. 

-Confié que el corazón puro de los Shul protegiera la vida, no conté con Kurna. No podía negarme, el pacto con Sirkey me obligaba. 

- Ella es la última heredera de Sirkey, ¿Que haréis si muere? 

-Sirye ya no importa, debemos terminar con las sombras cueste lo que cueste. Cuando todo acabe regresare a mi lugar. 

-¿Por qué habláis de Sirye como si no estuviera aquí?- Dijo Milo. 

-Creo que os han dicho que guardéis silencio.-Respondió Sirye.

Anexo.

Todos dejaron la sala excepto el Adab Bäb y el Dios del bosque, estaban en silencio y Sirye observaba al devoto fijamente. 

-Hay algo que debo daros. Aunque no es para vos, si no para la hija de Sheros. –dijo el devoto. 

-¿Qué es? 

-Una carta de su padre. Regreso a Eldos-Beräm después de dejar a la niña en el sur, quería saber que fue lo que vi. 

-¿Y se lo contasteis? 

-Debía hacerlo. 

-De acuerdo, pero será la ultima vez que la veáis. Mañana regresare y Sirye no lo hará jamás. Despedíos si es lo que deseáis, pero recordad que las cosas fueron como debían ser. 

El anciano se levanto, camino lentamente a través de la sala hasta toparse con un pequeño cofre de madera. Introdujo la mano en su túnica y del interior saco una pequeña llave que introdujo en la cerradura. Recogió una carta, a Sirye por un momento le recordó el papel del libro de leyes del Shuls-Ha. El anciano clavo las rodillas en el cojín y entrego el escrito a la heredera. El papel era antiguo, el color amarillento lo delataba y su tacto era áspero. La mantuvo sobre sus manos unos segundo, mirándola atentamente. 

-Esta carta me la entrego vuestro padre, dijo que el día que regresarais os la entregara. 

-Así que vos y mi padre sabíais lo que iba a ocurrir. 

-Solo leedla. 


Ahí estaban las últimas palabras de su padre, arrancadas del libro de leyes. 

-Os recomiendo que esta noche descanséis en el templo y mañana emprendáis vuestro viaje. A vuestros compañeros les vendría bien una noche de descanso antes de la batalla. 

Sirye abandono la sala cabizbaja dejando al anciano tras ella, avanzo a través del pasillo cuando de repente una puerta se abrió. Una mano la agarro he introdujo en la habitación. 

-¿Qué esta sucediendo? 

Era Milo, recordó el día que la vio por primera vez pues la tenia aprisionada contra la puerta igual que un día ella lo tuvo a él. 

-No deberías estar aquí. 

-¿No vas a decir nada?- clavo su mirada en sus ojos. 

-No tiene nada que ver contigo. 

-Si que lo tiene. No lo comprendes, si estas en peligro me incumbe. 

-Porque habría de hacerlo, esta no es tu tierra. 

-Ni Amiran era la tuya, pero luchaste junto a mi padre y protegiste a Nurvak. ¿Por qué yo no habría de hacer lo mismo por ti? 

-Esto es algo muy diferente, no luchamos contra hombres. 

-No me importa. ¿Qué te sucedía? Parecías no ser tú antes. 

-Porque no lo era. Es… demasiado complicado Milo. Deberías regresar a casa. 

-No me iré. Luchare a tu lado y te protegeré. Juro que lo hare. 

Milo se acercó a Sirye, sus labios notaron el frio tacto de la joven y en la oscura noche tanto norte como sur se unieron, y por una sola vez fueron uno. 

viernes, 28 de febrero de 2014

[Original] KA-HA: Las espadas del Lobo - La espada del Lobo - 23ª Parte: El lobo y la pantera.

Ahora solo hace falta por buscar al ultimo de los portadores, por ello parten a las llanuras de Atnes-Rä. Al mismo tiempo un personaje que se supone había quedado atrás reaparece y descubre que Sirey ha cambiado... probablemente para siempre.

Pues ya mero llegamos al final de esta genial historia de Peppers, estamos a nada de conocer el desenlace de esta saga.

Capítulos anteriores:

Libro 1.
La leyenda de las siete Ka-Ha -PROLOGO/1ª Parte: Las tierras del norte.
La leyenda de las siete Ka-Ha - PROLOGO/2ª Parte: El Clan de los Shul.
La leyenda de las siete Ka-Ha - PROLOGO/3ª Parte: Los cinco clanes. 
La leyenda de las siete Ka-Ha - 4ª Parte: Una nueva era. 
La leyenda de las siete Ka-Ha -5ª Parte: Bosque maldito (1ª y 2ª Parte).
La leyenda de las siete Ka-Ha - 7ª Parte: Guerra.
La leyenda de las siete Ka-Ha - 8ª Parte: Un nuevo comienzo. 
Libro 2.
La sangre de la pantera  - 9ª Parte: El camino del Sur.
La sangre de la pantera - 10ª Parte: El emblema de la pantera.
La sangre de la pantera - 11ª Parte: Viaje al Este. 
La sangre de la pantera - 13ª Parte: La batalla de Epikas. 
La sangre de la pantera - 14ª Parte: Reencuentro.
La sangre de la pantera - 15ª Parte: El fin de la guerra.
La sangre de la pantera - 16ª Parte: El corazón ardiente. 
La sangre de la pantera - 17ª Parte: Hija del Norte. 
Libro 3.
La espada del Lobo - 18ª Parte: Sholem, la tumba del bosque.
La espada del Lobo - 19ª Parte: El latir de la bestia.
La espada del Lobo - 20ª Parte: El regreso de las Ka-Ha. 
La espada del Lobo - 21ª Parte: Los portadores y el pacto.
La espada del Lobo - 22ª Parte: La llama de hielo.

La espada del Lobo - 23ª Parte: El lobo y la pantera.



Tierras del Norte, llanuras de Atnes-Rä. 
23º Año del mandato de Jeraqc Braman, 18º Legado de Nurvak. 
Estación del Caballo; Segundo tercio, vigesimocuarto día. 


El sol comenzaba a nacer en el este bañando las copas de los arboles. La luz iluminaba la arboleda a través de los pequeños claros del bosque, y entre el laberinto de troncos seis jinetes avanzaban agotados. Las huellas de los caballos quedaban marcadas en la nieve, y esta cubría a los guerreros convirtiendo sus negros ropajes. Sirye se detuvo, miro hacia el bosque buscando algo oculto en el y desmonto de su caballo. Cuando sus pies pisaron el suelo una flecha rompió la quietud del bosque, atravesó las ramas y hojas de los arboles, rozo la mejilla de Sirye y continuo su camino entre los arboles hasta perderse. La joven palpo el corte en su rostro y observo la sangre que surgía de ella que cubría sus dedos. Los portadores desenfundaron sus armas. 

-No es necesario, guardad vuestras armas. - dijo Sirye a los portadores. – Sois un gran arquero, no es fácil herir a un Dios. Vamos salid de vuestro escondite, solo sois uno, y en un enfrentamiento me temo que no saldríais con vida. 

El viento comenzó a soplar con suavidad, en la oscuridad del bosque algo se movió y los guerreros dirigieron su mirada hacia el lugar. Esperaban ver al agresor asomar de entre los troncos pero en vez de ver la silueta de un hombre una sombra se abalanzó sobre ellos. Sohal desenvaino su arma y corrió hacia el espectro dividiéndolo en dos. La sombra dividida retrocedió hacia la raíz del árbol del cual nacía, extendió sus extremidades y se unió a la sombra del árbol contiguo intentado escapar. Los guerreros siguieron al espectro y se toparon con su agresor que se hallaba rodeado por los demonios del bosque que amenazantes extendían sus garras sobre el cazador. 

-Ahora debéis tomar una decisión si queréis salvar la vida. -dijo Sirye.- Hay un arma que puede liberaros de esas bestias que os rodean. Pero para poder luchar contra ellas deberéis aceptar combatir a mi lado para acabar con esta capa de oscuridad que lo cubre todo, y así desterrar a los espectros de estas tierras. ¿Qué decidís? 

-¡Hare lo que deseéis pero ayudadme! 

Sirye saco el acero del ciervo de su cinto y lanzo el arma al chico, cuando este tomo el arma y desenfundo el resto de los portadores atacaron a las sombras haciéndolas desaparecer una a una. La Ka-Ha había mostrado su verdadera forma y había aceptado al nuevo portador. 

-¿A que pueblo pertenecéis joven?- pregunto Sirye. 

-Soy un hijo de los Atkora, aunque mi madre perteneció a los Shul cuando estos aun existían. 

- No os confundáis joven cazador, nosotros somos Shul. La espada que tenéis en vuestras manos es la Ka-Ha del ciervo, y esta os ha escogido como su nuevo portador. Decidme pues ¿Aceptareis el destino que conlleva empuñar semejante arma y luchareis a nuestro lado? 

-Me habéis salvado, estoy en deuda con vos. Luchare a vuestro lado si eso es lo que pedís. 

-No os pido que saldéis una deuda conmigo, os pido que os convirtáis en uno de los guardianes de esta tierra y protejáis la vida. Os pido que dediquéis vuestra vida a luchar en contra de las bestias que ansían destruir al hombre y sumir al mundo en sombras. 

-Luchare. 

-¿Cuál es vuestro nombre joven Atkora? 

-Soy Shim-Kä, de la familia Aknea. 

-A partir de ahora seréis Shim-Kä portador del emblema del ciervo, y ellos serán tus hermanos. 

Después de haber encontrado al séptimo guerrero los jinetes comenzaron su viaje hacia el sur para enfrentarse a la tenebrosa arboleda. Cabalgaron durante toda la mañana, al final el límite del bosque se hallaba ante ellos. Ya apenas nevaba y mas allá de los arboles podían ver el color azul del cielo en la distancia. Escucharon a uno hombres charlar a las afuera del bosque y los guerreros corrieron raudos a esconderse entre los arboles, Sirye que encabezaba al grupo avanzo lentamente para poder ver a los extraños. Una de las caras era familiar, Milo preocupado por el viaje al norte de Sirye había reunido a los mejores exploradores y había tomado la determinación de ir en su busca, adentrándose en el gran territorio oculto tras los montes Pertos. No podía permitir que entraran en el bosque y se convirtieran en sus victimas. 

-¿Qué haces aquí?- apareció ante los ojos de Milo. 

-¡Sirye! Estas aquí. Había venido en tu busca. 

-¿Por qué? Dije que pasados siete días regresaría, este no es un lugar seguro, debéis regresar a Panhan. 

-Pero… estaba preocupado, pensé que tal vez necesitaras ayuda. 

-No necesito tu ayuda. Regresa a casa, este no es lugar para vosotros. 

-¿Regresar? No, no iré a ningún lugar sin ti. 

-Milo, la persona a la que tú conociste ya no esta y jamás regresara. Vuelve a tu hogar y sigue con tu vida, olvida todo lo que algún día supiste de Sirye y las tierras del norte. 

Sirye abandono a los sureños y se adentro en el bosque, Milo que no comprendía lo sucedido la siguió desapareciendo entre las sombras, sin conocer los peligros que lo acechaban. Camino a través de la oscuridad pero la silueta de la chica había desaparecido y conforme avanzaba vio como la nieve empezaba a caer. Parecía que la noche había caído, las siluetas de los arboles comenzaron a rodear al joven, otra vez sus extremidades se alargaron, intentaron apresar al chico pero la presencia de un ser superior hizo que retrocedieran de su presa. La tormenta empeoro, Milo pudo ver como el viento lo rodeaba protegiéndolo de los monstruos que intentaban alcanzarlo. Vio unos ojos verdes llenos de furia y el brillo del acero que cercenaba las siluetas. Se puso frente a él con la espada en alto. Los lobos los rodearon mostrando sus afilados colmillos a los espectros, Milo agarro suavemente la empuñadura de su arma, "eso no servirá" le dijo en un susurro Sirye, y con suavidad poso su mano sobre la de él. El viento comenzó a agitar las hojas de los arboles con violencia y Sirye dirigió su mirada hacia los arboles. 

-Acaso creéis que podéis vencerme. Debéis temerme y respetarme pues yo soy vuestro señor, permaneced ocultas tras las ramas y no oséis escapar de vuestra atadura frente a mí. – Exclamó Sirye al bosque. 

-Ya no eres nuestro señor... en tu ausencia un mortal entrego su corazón al bosque convirtiéndose así en parte de nosotras. ¿Qué sabes tú del deseo, la ira y el odio mortal como un Dios? Tu poder sobre nosotras ha desaparecido… 

Las sombras hablaron y todos los presentes las escucharon estremecidos. Como Sirye ya había intuido algo en el bosque había cambiado y solo un hombre podía saber el que, el Adab Bäb. 

viernes, 21 de febrero de 2014

[Original] KA-HA: Las espadas del Lobo - La espada del Lobo - 22ª Parte: La llama de hielo.

Algo le ha pasado a Sirey, pero mientras tanto tratan de entender los demás portadores de las KA-HA los símbolos de la extraña KA-HA.

Capítulos anteriores:

Libro 1.
La leyenda de las siete Ka-Ha -PROLOGO/1ª Parte: Las tierras del norte.
La leyenda de las siete Ka-Ha - PROLOGO/2ª Parte: El Clan de los Shul.
La leyenda de las siete Ka-Ha - PROLOGO/3ª Parte: Los cinco clanes. 
La leyenda de las siete Ka-Ha - 4ª Parte: Una nueva era. 
La leyenda de las siete Ka-Ha -5ª Parte: Bosque maldito (1ª y 2ª Parte).
La leyenda de las siete Ka-Ha - 7ª Parte: Guerra.
La leyenda de las siete Ka-Ha - 8ª Parte: Un nuevo comienzo. 
Libro 2.
La sangre de la pantera  - 9ª Parte: El camino del Sur.
La sangre de la pantera - 10ª Parte: El emblema de la pantera.
La sangre de la pantera - 11ª Parte: Viaje al Este. 
La sangre de la pantera - 13ª Parte: La batalla de Epikas. 
La sangre de la pantera - 14ª Parte: Reencuentro.
La sangre de la pantera - 15ª Parte: El fin de la guerra.
La sangre de la pantera - 16ª Parte: El corazón ardiente. 
La sangre de la pantera - 17ª Parte: Hija del Norte. 
Libro 3.
La espada del Lobo - 18ª Parte: Sholem, la tumba del bosque.
La espada del Lobo - 19ª Parte: El latir de la bestia.
La espada del Lobo - 20ª Parte: El regreso de las Ka-Ha. 
La espada del Lobo - 21ª Parte: Los portadores y el pacto.

La espada del Lobo - 22ª Parte: La llama de hielo.




Tierras del Norte, pueblo de Sholem. 
23º Año del mandato de Jeraqc Braman, 18º Legado de Nurvak. 
Estación del Caballo; Segundo tercio, vigesimotercer día. 


Sirye llevaba dos días inconscientes. Después de relatar lo ocurrido al portador del emblema del Ciervo la joven soltó la espada, dejando caerla al suelo y se desplomó junto a ella. Los portadores la recogieron y la llevaron al dormitorio, Sohal guardo el arma en un lugar seguro sin que su piel la rozara pues ya había sentido el tacto de esta. En el exterior la tormenta cada vez era mas fuerte, la nieve que llevaba cayendo desde hace tres días sin cesar se acumulaba en las ramas de los arboles. Los cinco guerreros estaban reunidos en la sala principal y conversaban, mientras tanto el fuego que calentaba la casa poco a poco se extinguía. 

-Saldré a buscar algo de leña o moriremos congelados si no avivamos el fuego.- Dijo Brektöl. 

-No creo que sea buena idea salir al exterior, podría ser peligroso. - Le insinuó Sohal.- En mi casa había leña guardada la última vez que estuve allí, iré a buscarla. 

-Te acompañare. 

Brektöl y Sohal dejaron la casa y fueron a buscar la leña. 

La noche llego y todos estaban reunidos frente al fuego, discutían lo sucedido y la situación de la heredera de Sheros. Bertam que no prestaba atención a sus compañeros escrutaba el sello de su espada y repasaba el libro de leyes que Sirye había sacado de la tumba del Shuls-Ha. El poder de este era mayor de lo ninguno habría imaginado. No lograba descifrar lo que estaba escrito en el sello, durante años su familia al igual que la se Sylk quisieron descifrar el lenguaje en el que se hallaba escrito el pacto, pero nunca lo lograron. La lengua de los Dioses, incompresible para el ojo del hombre. 


Bertam finalmente dejo su ensimismamiento y se unió a la conversación de sus compañeros. 

-Esa Ka-Ha, la que Sirye tenia ¿Se la entrego el lobo a Sheros?-pregunto Bertam. 

-Eso fue lo que Sheros dijo.-Contesto Sohal. 

-El sello es diferente. Pude verlo y era mas grande había mas caracteres en el. ¿A que crees que se debe? 

-Según lo que me conto, el lobo le dijo que la espada que entrego a Sirkey no era la primera, la espada del Dios. Al parecer ningún mortal puede portarla, solo el mismo podía empuñarla. Esa espada, es el acero del dios, supongo que por eso el sello es diferente al de las demás. 

-Claro… tiene sentido. Eso significa que las espadas reaccionan ante la sangre del que la empuña. Reconocen a la persona que las toca. Así que las Ka-Ha no existían antes que los portadores, si no que el Dios las forjo para aquellos que las iban a empuñar. Pero esa Ka-Ha ya estaba antes que Sirye, es el arma que el Dios usaba para luchar contra las sombras. 

-¿Qué quieres decir con eso Bertam?- pregunto Brektöl. 

-Nada, solo pensaba en voz alta. Estas espadas no son un regalo del Dios, en realidad son un contrato. 

-¿Y de que no sirve eso para la situación en la que nos encontramos?- Dijo Syask.- Creo que deberíamos centrarnos en que vamos a hacer con el bosque. 

-Debemos hacer que se retire y regrese a su lugar. Algo le ha sucedido a Sheika, ha acogido entre sus ramas a un mortal que ansiaba el poder de destruir a los hombres.- Sirye se había levantado de la cama y estaba en pie ante ellos. 

-¡Sirye! Por fin as despertado. –Sohal se levanto y fue hacia ella, pero noto que algo era diferente. 

-Yo ya no soy la persona que una vez fue conocida con el nombre de Sirye, la sangre de Sirkey ya no corre por estas venas. Aunque ella no ha desaparecido, su espíritu duerme en el interior de este cuerpo. 

-Eres el espíritu del lobo.-Exclamo sorprendido Bertam. 

-Os equivocáis, la del lobo es una de las muchas formas que he tomado a lo largo de los tiempos. Yo soy el espíritu del bosque, el Dios Sheika. Ese es el nombre con el que se me ha conocido. Dormí durante mucho tiempo para despertar en un mundo en el que las sombras pueblan la tierra que durante tanto tiempo protegí. Vosotros, los portadores de las Ka-Ha estáis obligados por el pacto a luchar a mi lado y hacer regresar a los demonios a su exilio. Decidme guerreros Shul, ¿Qué vais a hacer? 

-Es la razón por la que nos has hecho regresar así que lucharemos.- Respondió Sohal. 

La joven ya no estaba entre ellos, estaban en presencia de un Dios. Juntarían sus espadas una ultima vez para derrotar la amenaza que había destruido sus hogares y poder descansar finalmente. Recogió el negro acero, espada de Dioses. 

-Debemos viajar al límite del bosque, hacia el sur. Pero primero debo adentrarme en el interior del bosque, buscar al gigante negro y reclamar la espada del ciervo. Pues todas son necesarias para este cometido. Si una sola faltara, no lograríamos nuestro propósito. 

-Te acompañaremos.-Exclamo Sohal. 

Todos se prepararon, se pusieron sus ropas de invierno y aunque la negra arma había sido guardada en la vaina, Sirye no había regresado a su verdadero ser, tal vez jamás lo haría. Sus ojos de color verde eran más profundos que nunca, la tela que acostumbraba a cubrir su rostro había desaparecido dejando que todos la vieran. Abandonaron la casa de Atkmar y pusieron rumbo al interior del bosque. A partir de este lugar, donde una vez se encontró el límite de Sheika, la espesura del bosque era mayor. Caminaron mientras los demonios ocultos entre el ramaje los observaban inquietos, el Dios de aquel lugar había regresado y temían el gran poder que poseía. En la mas inmensa oscuridad Sirye los guiaba entre los arboles hasta que se toparon con el gigante negro. 

-Este es el lugar. 

Los portadores se detuvieron, la chica avanzo hasta el árbol y frente a el saco la Ka-Ha. Pronuncio extrañas palabras, lengua que ninguno de los presentes conocía. 


El árbol rugió, sus hojas comenzaron a moverse, el viento que soplaba con violencia sacudió a los presentes y Sirye repitió otra vez. Pero esta vez comprendieron sus palabras. 

-La llama de hielo arde en el interior de esta espada, el espíritu de Sheika, Dios del bosque. Solo el la podrá empuñar y quemara con su frio a los seres sombríos. Yo, Sheika, Dios del bosque reclamo la espada con el emblema del ciervo. 

El árbol se abrió y de sus entrañas salió la Ka-Ha que un día Sylk porto. La dejo sobre el suelo frente a ella, la joven guardo su arma y recogió la espada que el gran árbol le había entregado. Saco esta de su vaina y ante los ojos de los presentes el sello que había grabado en la espada desapareció, se borro, como el Dios había dicho el pacto había sido cumplido. Guardo esta junto a las dos espadas que llevaba en su cinto. 

-La Ka-Ha ha decidido quien será el nuevo portador. Debemos encontrarlo antes de enfrentarnos a las bestias. 

Dejaron al guardián de las Ka-Ha atrás y fueron en busca del nuevo portador para enfrentar las pesadillas y los temores que a su clan habían acompañado desde que Sirkey, el primero había llegado a las tierras del norte. 

-¿Podéis decirnos quien es el nuevo portador?-pregunto con timidez Bertam. 

-No lo conozco, no se cual es su nombre o su apariencia si eso es a lo que os réferis, pero la Ka-Ha nos guiara hasta el. Solo puedo deciros que se allá en las llanuras de Atnes-Rä. 

Los seis guerreros regresaron a Sholem, montaron los caballos que impacientes les esperaban e iniciaron su marcha en busca del que seria en nuevo portador junto a ellos. La batalla final, el día en que el bosque dejaría de ser tormento de los hombres estaba cerca. Pero en lo más profundo del bosque aguardaba un extraño invitado, una cara familiar que tiempo atrás había entregado su negro corazón a los demonios del bosque. 

viernes, 14 de febrero de 2014

[Original] KA-HA: Las espadas del Lobo - La espada del Lobo - 21ª Parte: Los portadores y el pacto.

Se dan a conocer mas secretos del pacto con el dios lobo del bosque, nadie logra entender la espada que alguna vez poseyo Sheros. Sirey la toca... y sigue sin saberse nada mas. En realidad la historia para este punto se ha vuelto bastante interesante y cada vez a uno le salen mas preguntas, pero ya todo esta por resolverse.

Capítulos anteriores:

Libro 1.
La leyenda de las siete Ka-Ha -PROLOGO/1ª Parte: Las tierras del norte.
La leyenda de las siete Ka-Ha - PROLOGO/2ª Parte: El Clan de los Shul.
La leyenda de las siete Ka-Ha - PROLOGO/3ª Parte: Los cinco clanes. 
La leyenda de las siete Ka-Ha - 4ª Parte: Una nueva era. 
La leyenda de las siete Ka-Ha -5ª Parte: Bosque maldito (1ª y 2ª Parte).
La leyenda de las siete Ka-Ha - 7ª Parte: Guerra.
La leyenda de las siete Ka-Ha - 8ª Parte: Un nuevo comienzo. 
Libro 2.
La sangre de la pantera  - 9ª Parte: El camino del Sur.
La sangre de la pantera - 10ª Parte: El emblema de la pantera.
La sangre de la pantera - 11ª Parte: Viaje al Este. 
La sangre de la pantera - 13ª Parte: La batalla de Epikas. 
La sangre de la pantera - 14ª Parte: Reencuentro.
La sangre de la pantera - 15ª Parte: El fin de la guerra.
La sangre de la pantera - 16ª Parte: El corazón ardiente. 
La sangre de la pantera - 17ª Parte: Hija del Norte. 
Libro 3.
La espada del Lobo - 18ª Parte: Sholem, la tumba del bosque.
La espada del Lobo - 19ª Parte: El latir de la bestia.

La espada del Lobo - 21ª Parte: Los portadores y el pacto.



Tierras del Norte, pueblo de Sholem. 
23º Año del mandato de Jeraqc Braman, 18º Legado de Nurvak. 
Estación del Caballo; Segundo tercio, vigesimoprimer día. 


Atkmar estaba a salvo dentro de la casa. Sentado frente al fuego calentaba su cuerpo. La impresión de ver a sus compañeros entrar por la puerta de su hogar cambio su expresión. Todos se alegraron al ver al joven portador, hubo abrazos y más preguntas. Todos se sentaron alrededor del fuego. 

-¿Donde están los demás?- pregunto Atkmar. 

-No lo sabemos. Solo hemos logrado encontraros a vosotros. Esta es Sirye, debéis escuchar lo que tiene que contar.- respondió Brektöl. 

-Como Brektöl os ha dicho soy Sirye, la hija de Sheros. Algo extraño a sucedido y eso os ha traído aquí. Cuando encontré a Brektöl, parecía estar desorientado, ¿os ocurrió lo mismo a vosotros al despertar? 

-Si, cuando yo desperté tenia un fuerte dolor de cabeza. Además el último recuerdo que tengo era estar luchando contra los Karmak junto a los hombres de Atkora a las afueras de Ankar. Pero al despertar no estaban, creí estar en Sheika pero en realidad estaba en el mismo lugar, había cambiado en un abrir y cerrar de ojos. Regrese a la fortaleza y no sabían quien era, me apresaron y Thos-Ä no estaba, su hijo era el Kot-Räk. ¿Como puede ser?- relato Syask. 

-A mi me paso algo parecido, también luchaba con los Karmak, pero de repente desaparecieron. Estaba ayudando a los Ilmar a defender Ithos y al despertar la ciudad había sido arrasada y los arboles crecían sobre las ruinas. Como si hubieran pasado ciclos, pero apenas fueron unos segundos. Así que regrese a Sholem, pero lo mismo pasaba aquí, el pueblo estaba abandonado… -hablo Atkmar. 

-Solo puede haber una respuesta.- contesto Sirye a los portadores.- El pacto os ha hecho regresar. 

-¿Regresar? ¿De donde?- pregunto Syask. 

-De la muerte. 

-¿Qué? Eso es imposible.- exclamo Bertam. 

-No hay otra explicación. El ultimo recuerdo que tenéis todos es el de estar luchando. El hombre de Atkora dijo que los portadores habían muerto durante la guerra. No hay otra explicación. 

-Pero… ¿Cómo es posible?- dijo Syask. 

-Debe guardar relación con la Ka-Ha negra.-expuso Brektöl. 

-¿Ka-Ha negra?- pregunto Bertam. 

-Cuando regrese a Sholem quede tan sorprendida con el paisaje como vosotros. Fui al patio de mi casa y allí encontré la tumba de mi padre. En su interior, descansando junto a él estaba el Libro de Leyes y esta espada.-les mostro el arma a todos. 

-Se parece a la de Sheros… los lobos.- divago durante unos segundo Bertam.- No puede ser una Ka-Ha. Solo existen siete, Sirkey lo dejo muy claro en el libro. Se parece a ellas pero no puede ser. 

-Todos sabemos que Sheros entrego la suya a Sirye el día que la llevo al sur, ¿Y si se adentro en Sheika reclamo al lobo y este le entrego una octava?- dijo Atkmar. 

En ese instante la puerta se abrió y una figura que todos conocían la atravesó. Shohal, el Shik-Ha del Clan. 

-¡Sohal estas herido!- grito Syask. 

Todos se acercaron a él, su hombro estaba herido, la tela que lo cubría estaba desgarrada y no paraba de sangrar. Parecía agotado, y le costaba respirar. Lo sentaron y Atkmar corrió a coger algo de tela para cubrir el corte. Brektöl salió al exterior lleno sus manos de nieve y la coloco sobre la herida del Shik-Ha. Curaron sus heridas. 

-¿Que ha ocurrido?-pregunto Bertam. 

-No lo se muy bien. Estaba cerca en las afueras de Sholem, en el oeste, tumbado en el suelo. Me levante y cuando iba a regresar al pueblo algo extraño sucedió. Las sombras de los arboles cambiaron de forma y me atacaron. Hui y me escondí, parecía que las había esquivado pero regresaron, intente luchar pero eran demasiadas, entonces unos lobos aparecieron y las atacaron. Apenas podía moverme no me encontraba bien, así que regrese a Sholem, pues estar en el exterior es demasiado peligroso y me oculte en mi casa. Creo que me quede dormido, desperté hace apenas unos minutos y vi el humo que salía de la casa de Atkmar. ¿Qué le ha sucedido al pueblo? 

-Estábamos hablando sobre eso Sohal, hay alguien a quien quiero que veas. Esta es Sirye.-Dijo Brektöl. 

-¿Sirye? Es imposible, Sirye solo es una niña, no tendrá mas de catorce ciclos. 

-No Sohal es ella.- Brektöl se acercó y se sentó a su lado. 

Sohal miro a la chica y entonces pudo verla, la Ka-ha negra. Aquella que Sheros le mostro una vez. 

-¡¿De donde has sacado esa espada?!-Pregunto Sohal con furia a Sirye. 

-Estaba junto a mi padre en su tumba. 

-Dime que no la has empuñado. 

-Si, ¿Por qué?- La joven noto que Sohal conocía esa arma- Tu ya habías visto esta espada antes. 

Todos dirigieron sus miradas hacia Sohal y este no tubo más remedio que hablar. 

-Yo enterré a tu padre junto a ella. Creo que hay algo que debes saber Sirye, tu y todos. 

Rodearon al guerrero y con gran atención escucharon la historia que este relato. 

-¿Nunca te has preguntado como pudiste sobrevivir a semejante herida? No lo hiciste, aquella flecha atravesó tu corazón. Cuando tu padre llego ya habías muerto. ¿Recuerdas la historia sobre Sirkey y el pacto que hizo con el lobo? Tu padre reclamo al Dios de Sheika que te salvara en pago por el pacto. Y este lo hizo, pero para ello te entrego su corazón. 

-¿Qué?-Exclamo Bertam.- ¿Su corazón? 

-Si, el corazón que alberga en su pecho es el corazón del lobo. 

La joven se agarró el pecho, no entendía nada, como pudo su padre no contarle aquello. En aquel momento las palabras que el Adab Bäb le había dicho empezaron a tener sentido. 

-Era la única manera de salvarte, así que tu padre no dudo. Pero esto conllevaba legarte el poder del dios del bosque. Así que el lobo le entrego esa Ka-Ha a tu padre, en ella sello el poder que albergabas para que pudieras tener una vida normal. Solo el día que tú la empuñaras se liberaría ese poder. Aunque tú no lo supieras al desenvainar as despertado al espíritu del lobo en tu interior, tú eres el Dios de Sheika, o por lo menos cada vez que empuñas esa espada. Por eso tu padre oculto la espada y me pidió que el día de su muerte la enterrara junto a el, para que nunca pasara esto. Ahora empiezo a comprender lo que sucede. 

-¿Lo que sucede?- Pregunto Bertam. 

-¿Acaso no habéis notado lo mucho que ha cambiado este lugar? 

-Sheika ha crecido. Sus arboles lo ocupan todo hasta donde alcanza la vista. Aun no comprendo como ha podido pasar.-Dijo Syask. 

-El tiempo ha pasado. Mucho tiempo para que el bosque haya crecido tanto. 

-Si, hace veintiún ciclos que yo abandone Sholem.-Dijo Sirye que atenta escuchaba las palabras de Sohal. 

-Eso lo explica. Todos debimos morir durante la guerra. Aunque no lo recordemos. Al desenvainar esa espada as reclamado el pacto que Sirkey hizo con el lobo y eso nos ha obligado a regresar. 

-Pero ¿Cómo es eso posible?-pregunto Bertam. 

-Bueno, no lo se seguro. En el pacto que Sirkey hizo con el lobo este prometió que el día que ya no hubiera nadie de su propia sangre para cumplir el pacto los descendientes de los otros portadores serian los que cumplirían con el. Sirye había muerto y aunque el la salvo en realidad ya no era ella, si no el Dios. Nosotros no tuvimos hijos, solo Sylk. Así que al morir incumplimos el pacto, pero el lobo ya no estaba para hacer que regresáramos, ya que dormía dentro de Sirye. Creo que al empuñar la Ka-Ha y despertar el poder del Dios de Sheika este nos hizo regresar. El sello grabado en cada espada esta unido a nuestra sangre ¿no es así? Las palabras del lobo fueron: "Ese es el pacto que une a los portadores con Sheika. Al portar esta espada, vuestro destino quedará sellado." Las Ka-Ha nos han hecho volver a la vida para cumplir con la promesa y proteger al norte de las sombras. 

-¿Y donde esta Sylk?- pregunto Atkmar. 

Sirye se levanto ando hasta poder coger el negro acero y lo desenvaino una vez mas. Un fuerte viento golpeo la casa y la puerta se abrió con violencia. Todos volvieron sus miradas hacia la joven y pudieron ver como cambiaba. 

-Sylk no regresara. Él fue el único que cumplió con la promesa, tuvo un heredero y le entrego la espada. El nombre del portador es Shuma, murió devorado por las bestias mientras protegía a los hombres de ellas. El pacto fue cumplido y su familia fue liberada. El Emblema del Ciervo ya no tiene portador. Al menos que la Ka-Ha encuentre a quien la porte ahora.-Dijo Sirye que parecía ser otra persona. 

-¿Dónde esta la Ka-Ha?- pregunto Sohal. 

-Protegida en el interior del bosque. 

viernes, 7 de febrero de 2014

[Original] KA-HA: Las espadas del Lobo - La espada del Lobo - 20ª Parte: El regreso de las Ka-Ha.

Sirey descubre a algunos de los antiguos portadores de las KA-HA, pero lo extraño es que no logran recordar que es lo que ha pasado, a parte de lucir exactamente como Sirey los recordaba, como si el tiempo no hubiera pasado sobre ellos. Ahora se lanzan en la búsqueda de los demás portadores y sus respectivas KA-HA.

Capítulos anteriores:

Libro 1.
La leyenda de las siete Ka-Ha -PROLOGO/1ª Parte: Las tierras del norte.
La leyenda de las siete Ka-Ha - PROLOGO/2ª Parte: El Clan de los Shul.
La leyenda de las siete Ka-Ha - PROLOGO/3ª Parte: Los cinco clanes. 
La leyenda de las siete Ka-Ha - 4ª Parte: Una nueva era. 
La leyenda de las siete Ka-Ha -5ª Parte: Bosque maldito (1ª y 2ª Parte).
La leyenda de las siete Ka-Ha - 7ª Parte: Guerra.
La leyenda de las siete Ka-Ha - 8ª Parte: Un nuevo comienzo. 
Libro 2.
La sangre de la pantera  - 9ª Parte: El camino del Sur.
La sangre de la pantera - 10ª Parte: El emblema de la pantera.
La sangre de la pantera - 11ª Parte: Viaje al Este. 
La sangre de la pantera - 13ª Parte: La batalla de Epikas. 
La sangre de la pantera - 14ª Parte: Reencuentro.
La sangre de la pantera - 15ª Parte: El fin de la guerra.
La sangre de la pantera - 16ª Parte: El corazón ardiente. 
La sangre de la pantera - 17ª Parte: Hija del Norte. 
Libro 3.
La espada del Lobo - 18ª Parte: Sholem, la tumba del bosque.
La espada del Lobo - 19ª Parte: El latir de la bestia.

La espada del Lobo - 20ª Parte: El regreso de las Ka-Ha.



Tierras del Norte, pueblo de Sholem. 
23º Año del mandato de Jeraqc Braman, 18º Legado de Nurvak. 
Estación del Caballo; Segundo tercio, vigésimo día. 


Sirye y Brektöl regresaron a Sholem, el hombre quedo asombrado al ver el estado en el que estaba el pueblo. Esta vez ocuparon la casa con el emblema del Oso, la chica nunca había visto el interior de esa casa. Brektöl observo atentamente su hogar, la apariencia era de abandono pero el aseguraba que solo llevaba dos días sin pasar por el lugar. Su esposa no lo esperaba, no lo recibió con una gran sonrisa. Ella se había marchado hacia ya mucho tiempo al igual que los demás. No entendían como, pero parecía como si Brektöl hubiera saltado hacia delante en el tiempo. Diecisiete ciclos hacia delante exactamente. Sirye mostro la Ka-Ha negra al guerrero y este quedo tan sorprendido como ella al verla. No conocía de la existencia de una octava espada, y Sheros jamás les había hablado sobre ella. Decidió no desvelar el poder que confería el arma, en el momento que Brektöl la toco veloz aparto su mano de ella. Le quemo, ella la agarro y no noto nada. ¿Qué sucedía con aquella extraña espada? La joven le explico como había dado con el y que alguna manera también conocía la posición de la Ka-Ha del Zorro, la de la Ardilla y el Gato Montes. Decidieron acudir a los lugares para comprobar si los portadores en realidad se encontraban en las posiciones señaladas. 


Tierras del Norte, pueblo de Sholem. 
23º Año del mandato de Jeraqc Braman, 18º Legado de Nurvak. 
Estación del Caballo; Segundo tercio, vigesimoprimer día. 


Esperaron a que el sol saliera, descansaron y Brektöl curo la herida de la frente de la chica. Partieron hacia el punto más cercano, las llanuras de Atnes-Rä. Sirye compartió su montura con Brektöl y cabalgaron lo más rápido que pudieron en dirección a Ankar. Sirye confiaba en que las sombras no los atacaran durante el día y su travesía fuera segura. ¿Seguiría la ciudad de Ankar en pie? ¿O habría sido destruida al igual que Sholem e Ithos? 

La nieve seguía cayendo y cubría por completo las llanuras. Atravesaron el paraje y finalmente alcanzaron la gran ciudad de Ankar que permanecía en pie. Las grandes murallas que rodeaban la capital habían esquivado al bosque y los arboles de Sheika no pudieron atravesar el muro. En sus mentes se hacían una pregunta, ¿Habrían sobrevivido los ciudadanos de Ankar a la invasión del bosque? Los jinetes que acostumbraban a vigilar los alrededores de la ciudad no estaban y la ciudad parecía deshabitada. Bajaron del caballo y se acercaron al gran portón. Una voz se alzó desde el interior de la fortaleza. 

-¿Quiénes sois jinetes? ¿Desde donde venís y que hacéis en este lugar? 

Brektöl dio un paso al frente. 

-Pertenecemos al clan Shul y hemos venido en busca de uno de nuestros compañeros. 

-¿Shul? Los Shul hace ya mucho que no habitan estas tierras. ¿Qué os hace pensar que uno de los vuestros se encuentra en este lugar? -respondió la voz desde el interior. 

-Tal vez nuestro clan abandonara Sholem, pero no todos dejamos estas tierras. 

-Amigo mio, Sheros y los portadores murieron durante la guerra, y aquel día el bosque comenzó a crecer salvaje. Todos huyeron del norte o murieron a manos de las sombras, pocos quedamos. Estas tierras ahora están habitadas por oscuros demonios que libres campan por la arboleda. 

-Os equivocáis, los portadores no desaparecimos. Pues si venís aquí y observáis bien veréis que dos tenéis ante vuestras puertas. 

-¿Portadores? Permítirme dudarlo viajero, ellos nos abandonaron. Todos murieron durante la guerra. 

Sirye alcanzo a Brektöl y se dirigió al vigía. 

-¿Acaso no habéis acogido una mujer que porta la Ka-Ha del Zorro? 

Esta vez no hubo respuesta. Los dos esperaron frente al portón, no se rendirían tan fácilmente. Su espera mereció la pena, finalmente la gran puerta se abrió. Al otro lado cuatro hombres se acercaron espada en mano y un quinto tras ellos. 

Los rodearon, les quitaron sus armas y el último los observo con ojos curiosos. 

-¿Como sabíais lo de la mujer? ¿Acaso la conocéis? 

-Como ya os hemos dicho somos portadores y la mujer que se allá entre vosotros también. 

-Vendréis con nosotros y ya veremos quienes sois. 

Entraron en la fortaleza y los guiaron hasta el edificio principal que ocupaba centro de la ciudad. Les habían desarmado pero no habían registrado el caballo y la Ka-Ha negra seguía oculta en el equipaje de Sirye. Allí el líder, el actual Kot-Räk los recibió, el quinto hombre le entrego las Ka-Ha. 

-Extraños son estos días. Cuando ocupe el cargo de mi padre todos los portadores habían muerto, y por arte de magia en dos días aparecen ante mi puerta tres de ellos. ¿Raro verdad? No se de donde habéis sacado estas armas, pero que nos sois Shuls ni los dueños de estas espadas es algo de lo que no tengo duda. ¿Decidme quienes sois? 

-Nada de lo que digamos vais a creer así que será mas fácil demostrároslo.-Dijo la joven al líder.- Desenvainad una de las espadas, la que queráis. 

El Kot-Räk que no tenía nada que perder decidió aceptar la prueba de la chica. Agarro la Ka-Ha azul y la saco de su funda y al observarla quedo sorprendido. La hoja estaba desgastada y mellada, su color era marrón pues estaba cubierta por oxido. Paso con cuidado el dedo sobre el filo y este no corto su piel. 

-¿Estas son las famosas Ka-Ha, las espadas del Lobo?-Dijo en un tono burlón.- He de decir que esperaba mucho mas. Su filo ni siquiera corta y su aspecto no es para nada temible. Por las historias que contaba mi padre en mi niñez crei que estas espadas eran majestuosas e insuperables en su belleza. 

-Si me permitís Kot-Räk, volved a guardarla en la vaina y permitidme a mi sujetarla esta vez. 

-Si, por supuesto ¿Acaso me habéis tomado por un estúpido? 

-Kot-Räk, podéis confiar en mí, no os voy a herir. Por favor. ¿Vuestro padre no os conto también que solo los portadores del clan Shul podían portar el acero del lobo?- insistió Sirye. 

-Esta bien, acercaros.- Y guardo el arma en la funda. 

Sirye agarro la espada por la empuñadura, arma que sujetaba el líder y la desenvaino. Todos en la sala creyeron tener una visión. Se transformo. Su acero brillaba, no tenia ni una ralladura en la hoja y esta poseía un hermoso grabado cerca de la empuñadura. 

-¿Qué magia es esta?-Dijo el Kot-Räk atemorizado y soltando la espada. 

-No es magia, es el poder de la Ka-Ha. Ella solo desvela su verdadera forma ante su portador. Por eso el sello que une a mi familia con la espada ahora es visible, y cuando vos la empuñabais no se podía ver. Creo que esto es prueba suficiente de que somos portadores, y si no crees mis palabras podéis dejar que mi compañero desenvaine la suya. 

-No es necesario joven portadora, os creo. Así que la mujer que tenemos en los calabozos también es una portadora. Sacadla y traedla. 

Uno de los guardias entrego a Brektöl su espada. 

-Decidme, ¿Cómo os llamáis? 

-Yo soy Sirye y este es Brektöl . Nuestra compañera la que tenéis apresada es Syask, portadora del emblema del Zorro. 

-¿Habéis dicho Sirye? ¿Sois la hija de Sheros? Creía que habíais muerto hace ya muchos ciclos. El día de hoy esta resultando un día lleno de sorpresas.- Dijo para si mismo el Kot-Räk. 

-Me hirieron de gravedad, pero sobreviví al ataque. Mi padre hizo creer a todos que había muerto para impedir otro ataque de los Karmak, y me ocultaron lejos. 

-Comprendo. Vuestro padre debía ser un hombre muy inteligente. 

Uno de los guardias llego a la sala principal junto con Syask quien se sorprendió al ver a Brektöl. El Kot-Räk que tenia en su poder la Ka-Ha de color naranja se la entrego a la mujer y se disculpo por el error que habían cometido. Syask la recogió y la guardo en su cinto. 

-Permitidme una pregunta, ¿Si los portadores estáis aquí, porque el Bosque Sheika ha crecido hasta poblar todo el norte? ¿No es vuestra labor mantener estos arboles y a sus bestias lejos de los Clanes que estas tierras ocupan? ¿Y donde habéis estado todo este tiempo? 

-Lo lamento Kot-Räk, no tengo respuestas a vuestras preguntas. He estado ausente durante los últimos veintiún ciclos y hace pocos días que he regresado al norte. Desconozco la razón por la cual el bosque ha crecido, pero tengo mis sospechas. En cuando conozca la verdad os la hare llegar. Ahora debemos marcharnos pues los otros portadores se hallan perdidos por todo el territorio y hemos de dar con ellos. 

-Podéis marcharos y si los necesitáis mis hombres os entregaran los caballos que requiráis. 

-Muchas gracias Kot-Räk. 

Los tres guerreros abandonaron al líder y se dirigieron a los establos en silencio. Allí un Atkora les entrego dos caballos y el corcel que ha Sirye acompañaba, pero la chica pregunto si cuatro le podría entregar, para los compañeros que iban a buscar. El hombre les entrego dos caballos más. 

-Que el Dios Korbas os ayude en vuestra búsqueda portadores. 

Salieron de la fortaleza, cruzando la muralla con las riendas de los caballos en sus manos. En el exterior el clima había empeorado y la nieve caía con mas fuerza, era ya de tarde y los arboles los rodeaban. 

-Syask, ¿Te encuentras bien?- pregunto Brektöl. 

- No lo se, ¿Qué esta ocurriendo? Ayer desperté y estaba rodeada por el bosque, creí estar en Sheika pero al comenzar a caminar me tope con la fortaleza de Ankar. 

-Debemos encontrar a los otros dos, en cuando estemos con ellos os lo explicaremos todo. Paciencia compañera.- dijo Sirye. 

-¿Quién eres tu? 

-Es Sirye, la hija de Sheros. Ella me encontró a las afueras de Sholem y también sabía que tú estarías aquí. 

-¿La hija de Sheros? ¿Qué esta pasando Brektöl? 

-Hazme caso, cuando nos reunamos con los demás escucharas la explicación.- dijo Brektöl. 

Los tres jinetes comenzaron su marcha hacia el tercer hombre que Sirye había visto en su visión. Continuaron su camino hacia el oeste, hacia la orilla del Beräm-Ra. La noche estaba cerca y los guerreros debían apresurarse. Cuando llegaron vieron a su compañero, Bertam, que luchaba contra las sombras. Estas crecían de los arboles como espectros y sus extremidades que eran afiladas intentaban cortar la carne del hombre. Syask, mujer de grandes habilidades salto de su caballo, desenvaino su espada mientras corría hacia Bertam y de un solo tajo corto varias de las siluetas. Al contemplar que más de una espada divina luchaba contra ellas las sombras se desvanecieron. 

El cuarto portador tenia muchas dudas al igual que sus compañeros, pero estos le dijeron lo mismo que a Syask, su búsqueda no había terminado, uno mas faltaba. Su vida también podía estar en peligro así que rápidos debían ir en su busca. Los cinco caballos, el último guiado por Brektöl, marcharon hacia el sur, a las ruinas de Ithos. 

Al llegar allí no encontraron a nadie. Atkmar no estaba. Buscaron entre los restos de la ciudad pero no dieron con el. Sirye pensó que si había logrado ver la posición de sus compañeros al desenvainar la Ka-Ha negra, tal vez al empuñarla nuevamente el paradero del emblema de la Ardilla aparecería ante ella. Y así lo hizo. El viento volvió a soplar, estaba en Sholem. Regresaron al pueblo para poder cobijarse durante la noche en el. 

Una luz iluminaba el interior de la casa con el escudo de la Ardilla y el humo salía de su chimenea.