Pues por fin llegamos al final de esta cruzada, el fin de esta historia escrita por la genial Peppers. No puedo decir nada mas que ha sido un placer traer esta historia, realmente ha tenido momentos memorables, y personajes que creo que no serán fáciles de olvidar, sin duda alguna Peppers logro un excelente trabajo con esto y que bueno que me dio el permiso de publicar esto.
Espero que sigan leyendo las demás publicaciones del blog, pues aunque este relato a llegado a su fin, sin dudas las historias que se publicaran aquí no. Y también quiero agradecer a los que nos han seguido hasta ahora.
Capítulos anteriores:
Libro 1.
La leyenda de las siete Ka-Ha -PROLOGO/1ª Parte: Las tierras del norte.
La leyenda de las siete Ka-Ha - PROLOGO/2ª Parte: El Clan de los Shul.
La leyenda de las siete Ka-Ha - PROLOGO/3ª Parte: Los cinco clanes.
La leyenda de las siete Ka-Ha - 4ª Parte: Una nueva era.
La leyenda de las siete Ka-Ha -5ª Parte: Bosque maldito (1ª y 2ª Parte).
La leyenda de las siete Ka-Ha - 7ª Parte: Guerra.
La leyenda de las siete Ka-Ha - 8ª Parte: Un nuevo comienzo.
Libro 2.
La sangre de la pantera - 9ª Parte: El camino del Sur.
La sangre de la pantera - 10ª Parte: El emblema de la pantera.
La sangre de la pantera - 11ª Parte: Viaje al Este.
La sangre de la pantera - 13ª Parte: La batalla de Epikas.
La sangre de la pantera - 14ª Parte: Reencuentro.
La sangre de la pantera - 15ª Parte: El fin de la guerra.
La sangre de la pantera - 16ª Parte: El corazón ardiente.
La sangre de la pantera - 17ª Parte: Hija del Norte.
Libro 3.
La espada del Lobo - 18ª Parte: Sholem, la tumba del bosque.
La espada del Lobo - 19ª Parte: El latir de la bestia.
La sangre de la pantera - 14ª Parte: Reencuentro.
La sangre de la pantera - 15ª Parte: El fin de la guerra.
La sangre de la pantera - 16ª Parte: El corazón ardiente.
La sangre de la pantera - 17ª Parte: Hija del Norte.
Libro 3.
La espada del Lobo - 18ª Parte: Sholem, la tumba del bosque.
La espada del Lobo - 19ª Parte: El latir de la bestia.
La espada del Lobo - 20ª Parte: El regreso de las Ka-Ha.
La espada del Lobo - 21ª Parte: Los portadores y el pacto.
La espada del Lobo - 22ª Parte: La llama de hielo.
La espada del Lobo - 23ª Parte: El lobo y la pantera.
La espada del Lobo - 24ª Parte: La oscuridad de Sheika.
La espada del Lobo - 21ª Parte: Los portadores y el pacto.
La espada del Lobo - 22ª Parte: La llama de hielo.
La espada del Lobo - 23ª Parte: El lobo y la pantera.
La espada del Lobo - 24ª Parte: La oscuridad de Sheika.
La espada del Lobo - 25ª Parte: Pacto de sangre.
Tierras del Norte, Ciudad de Eldos-Beräm.
23º Año del mandato de Jeraqc Braman, 18º Legado de Nurvak.
Estación del Caballo; Segundo tercio, vigesimoquinto día.
El día había llegado y con el Sirye regreso a su letargo. El Dios observó desde la distancia al joven Milo que aun dormía y sintió tristeza por los jóvenes amantes, jamás volverían a reunirse. Dejo la habitación y se topo con Sohal en el largo pasillo. Sus miradas se cruzaron, la fiereza en sus ojos dejaba ver al ser que poseía el cuerpo de la joven.
-Ella no regresara ¿Verdad?- Pregunto Sohal.
-Lo lamento portador, pero así es.
-¿Por qué?
-Es su destino. Ella acepto albergarme y sacrificar su propia vida para poder proteger estas tierras.
-¿Cómo podéis saberlo?
-Porque ella me lo dijo.
-Comprendo. Deberíamos prepararnos, el viaje al límite del bosque será largo.
-Ese ya no es nuestro destino. Nos adentraremos a lo más profundo del bosque, lugar que pocos hombres han conocido. Debemos encontrar a Kurna.
-¿Creéis que se encuentra allí?
-No lo creo, lo se. Noto el latido de su débil y putrefacto corazón.- guardo silencio durante unos segundos.- Sohal, será una dura batalla y las sombras intentaran atraeros hacia ellas. Usaran sucias estratagemas para que abandonéis la lucha y os unáis a ellas, si crees que alguno de los portadores pueda ser tentado es el momento de decirlo.
-No dudo de mis hombres, pero el joven sureño… no confió plenamente en el. Deberíamos dejarlo aquí o mandarlo de regreso a su tierra.
-Podéis estar tranquilo, el chico lo hará bien.
El tono hostil que acompañaba a Sirye había desaparecido, sus palabras se volvieron amables. Sohal se encargo de reunir a los hombres en la parte baja del templo, junto al lago Beräm. Los pocos Bäb-Kei que acompañaban al Adab Bäb habían regresado a sus oraciones con el nacimiento de un nuevo día, e incluso el líder les acompañaba.
-La vida de Bërt-Ehm se extingue poco a poco conforme el bosque crece. Sin su agua este será una vez más un lugar hostil, una tierra yerma que no será capaz de albergar vida alguna. Confió en vosotros al igual que mi antecesor, el cuarto Adab Bäb confió en Sirkey para proteger estas tierras una última vez.
Prepararon sus monturas en silencio, comida y bebida para el viaje. Brektöl reviso todas las armas una vez más y Sohal expuso el viaje que iba a comenzar. Todos comprendieron el terror al que se enfrentarían en el interior del bosque, una batalla que decidiría el futuro de los hombres. Regresaron al interior de la arboleda, la nieve había dejado de caer y notaban como se fundía bajo los cascos de los caballos. Sirye caminaba a la cabeza del grupo y los portadores la seguían en grupos de dos. El lugar nunca había estado tan silencioso, las sombras de los arboles habían desparecido y las raices sobresalían de la tierra creando una trampa a cada paso. Como evitar al enemigo si apenas podían verlo, las sombras parecían haberse ocultado en lo más profundo de la floresta, tal vez preparando un plan de ataque, tal vez temiendo el final. Quien podía saberlo. La espesura cada vez era mayor y apenas podían ver el cielo, notaron el palpitar de los arboles que parecían moverse y apresarlos a cada paso.
-Bienvenida, ultima heredera. ¿O acaso seria mas correcto llamaros Sheika?
-Kurna, vuestro corazón es mas negro de lo que jamás imagine. Ahora solo sois una sombra de lo que fuisteis como mortal, que creéis que podéis hacer en contra mía.
-Probablemente yo solo jamás podría hacer nada, pero he hecho muchas amigas en los últimos ciclos. Y he de decir que no están nada contentas con el trato que han recibido de vos.-La arrogancia en el tono de Kurna era evidente.
-No son nada, solo sombras, igual que lo fuiste vos al lado de Sheros.
-¡Callaos! No eran nada, acaso habéis olvidado que yo destruí a vuestros queridos portadores. Lo único que tenían era esas armas que vos les entregasteis y finalmente resultaron no ser mas que viejas y melladas espadas. ¿Sabéis que hice con ellas? Las tire al fuego de Orkham.
-No comprendéis nada Kurna, no importa que hagáis, las Ka-Ha no pueden ser destruidas. No importa cuanto abracéis a las sombras, finalmente os encontrare y daré fin a esta era de oscuridad, y cuando eso pase nadie os recordadora. Ni a vos, ni a vuestro decadente pueblo. Os ofrecimos una hermosa y pacifica tierra para vivir y vos preferisteis destruirla, así que compartiréis el mismo fin.
-Eso solo sucederá si conseguís llegar a mí.
Con el fin de las palabras de Kurna grandes sombras comenzaron a brotar de los arboles. De ellas, como marionetas, surgieron putrefactos guerreros de los Karmak. Sus armas crecían de sus brazos, unidas eternamente a ellos, eran puntiagudas y sombrías. Rodearon a los guerreros, eran cientos que surgían de todas partes, desenfundaron sus armas pues la batalla comenzaba. Las Ka-Ha mostraron su forma, y dentro de la inmensa oscuridad que favorecía a los demonios del bosque un atisbo de esperanza ilumino el lugar. La Espada del lobo comenzó a brillar y con ella todas las Ka-Ha, eran los espíritus de los antiguos portadores que regresaron para enfrentarse a los ejércitos de la muerte por última vez. Despojados de todo temor los valientes guerreros dieron el primer paso y se abalanzaron en contra de los espectros. Cortaban su forma y desaparecían pero seguían surgiendo mas, los portadores se habrían paso a través de ellas para alcanzar a Kurna, pero este horrendo ejercito parecía no tener fin. Las sombras que siempre habían temido las Ka-Ha usaban a los sacrificios del Hak para defenderse de los ataques de los Shul, pero no era suficiente, las Ka-Ha cortaban sus cuerpos sin piedad menguando así el ejército de las sombras. A sabiendas de que luchaban contra todos aquellos que una vez fueron portadores, y que ahora otorgaban su fuerza a los guerreros, las sombras temieron su propio fin y regresaron allí a donde podían equilibrar sus fuerzas, lugar donde Kurna esperaba ansioso a la batalla final. Los portadores siguieron luchando en contra de aquellos que una vez fueron hombres hasta que no quedo ninguno en pie, vieron como los espectros huían así que montaron sus caballos y las persiguieron.
El Adab Bäb observaba desde la cima de Jal-Elk todo el territorio, y asombrado comenzó a ver como los arboles que delimitaban el bosque comenzaron a caer dejando ver por primera vez y desde hace mucho tiempo la tierra.
Los portadores cabalgaban veloces tras la sombras que huían, de un arbola a otro, de una sombra a otra dirección a la llanura de Arlok. Vieron como el color de la tierra cambiaba y el lugar quedaba teñido con el rojo de la sangre de todos los que en aquel lugar habían muerto. La visión estremeció sus corazones y el putrefacto olor a muerte inundo sus pulmones, comprendieron que no podían fallar. Escucharon un leve sollozo y entonces pudieron contemplar los espíritus de aquellos que perecieron a manos de las sombras y fueron condenados a vagar eternamente por aquel bosque. La frondosidad del bosque cada vez era mayor y continuar a caballo era imposible, abandonaron las monturas para continuar su camino a pie.
-Permaneced juntos y alerta, Kurna no debe estar muy lejos- Dijo Sohal.
Atkmar caminaba junto a Milo, un susurro lo distrajo y se separo del grupo. Escucho una voz familiar, se giro para observar su entorno y vio la silueta de un anciano que lo llamaba. Era su padre, aquel que murió en el interior de Sheika.
-Hijo abandonad toda esperanza, pues jamás conseguiréis vencer a Kurna, uniros a nosotras y vivires eternamente libre del pacto con el lobo.
-¿Padre que os han hecho? Creía que habíais muerto.
-Las sombras me ofrecieron la vida eterna, libre del pacto.
-¿Cómo pudisteis abandonar todo en lo que creísteis?
-¡Atkmar, alejaos! Ese no es vuestro padre.-Sohal corrió hacia él.
Atkmar vio como la forma de su padre desaparecía convirtiéndose en un ser sediento de sangre, saco su arma y atravesó su cuerpo. La bestia grito y comenzó a brotar sangre de la herida cubriendo la espada de Atkmar. Por fin lograron llegar a los montes Orkham y sintieron descender al infierno. Los cadáveres se amontonaban a orillas del Beräm-Ork y sus aguas se habían teñido de rojo, siguieron el camino junto al rio para adentrarse en las montañas, lugar desde el que reinaba Kurna. Se detuvieron ante la caverna que daba paso a las entrañas de la montaña y en aquel lugar el Dios reclamo al Hak.
-¡Kurna mostraos! No tiene sentido que sigas ocultándote entre las sombras.
Cientos de sombras surgieron de la tierra y se unieron para dar forma al Hak. Su aspecto era sombrío y de sus extremidades goteaba sangre, miles de lamentos lo rodeaban, los espíritus de todas aquellas vidas que había sesgado.
-Venís ante mí y decís ser un Dios pero os ocultáis tras una forma mortal. Yo ya despoje mi forma mortal para poder ser un Dios, el Dios de la sombras. ¿Os atrevéis a enfrentarme?
Sirye saco su acero y se abalanzó contra Kurna, pero este se dividió en miles de espectros que los atacaron sin cuartel. Notaron como sus afiladas garras cortaban su piel pero continuaron luchando, arrancando las sombras de la tierra y haciéndolas desaparecer. Los portadores estaban agotados y las sombras continuaban atacándolos, Sirye corrió hacia Milo y le entrego la espada del lobo “no temáis únicamente son espectros, pesadillas. Si vuestro corazón es puro jamás lograran alcanzarlo”. Y así lo hizo, empuño la espada del Shuls-Ha y lucho junto a los demás. Pero eran demasiadas y parecían no tener fin. Bertam cayó y Syask corrió para ayudarlo, pero al distraerse la atacaron por la espalda y atravesaron su abdomen. La esperanza comenzó a abandonar sus corazones y por un momento temieron no poder vencer a Kurna, justo en ese instante las bestias del bosque llegaron y unieron sus fuerzas a la de los portadores. Osos, lobos, zorros y demás animales desgarraban a las sombras sin piedad protegiendo así a los heridos, pero no fue suficiente. La forma del Hak se apareció tras Milo y atravesó su corazón dándole muerte. Una lágrima surgió en el rostro del Dios, la tierra tembló y la tormenta de Shot-Em los sacudió. Los lobos aullaron y el viento rodeo a Sirye, llamas blancas comenzaron a surgir de su cuerpo y estas quemaban todo a su paso, los arboles y a las sombras que de ellos nacían.
-¿Queréis luchar contra un Dios? Pues venid Hak, mostradme vuestra verdadera forma. ¿O acaso no podéis?
Sirye se adentro en Orkham a través de la caverna, camino en la oscuridad hasta toparse con el cuerpo putrefacto de Kurna que se hallaba rodeado por las raíces de los arboles.
-Así que esta es vuestra verdadera forma. Me dais pena, creísteis en las falsas promesas de las sombras que os prometieron poder para acabar con los hombres y alzaros como rey, pero solo os usaron. Como os dije, terminare con vos y jamás nadie os recordara.
Alzo la negra espada y corto la cabeza del Kurna, esta cayo y rodo hasta sus pies. Pudo escuchar los gritos de las sombras en el exterior y finalmente el silencio. La batalla había terminado. Regreso al exterior, observo el bosque a su alrededor y cerro los ojos.
-Regresareis a vuestro lugar, pero esta vez seréis vosotras las que dormiréis. Jamás volveréis a atemorizar a los hombres, solo seréis parte de las leyendas y cuentos.
Los arboles a su alrededor comenzaron a caer.
-Solo os pido una ultima cosa antes de marcharme.-le dijo a Sohal.- Viajad al sur y buscad a un hombre llamado Petro Allen, estará en la fortaleza de Panhan, es el padre del joven Milo. Contadle que su hijo lucho con valor para defender una tierra que ni siquiera era suya, que únicamente el amor lo guio a tan grande hazaña. Es lo último que os pido pues todos quedáis liberados del pacto.
El Dios monto su caballo y cabalgo veloz al lugar que un día fue el umbral del bosque de Sheika. Llamo a la tormenta de Shot-Em y cubrió el bosque de hielo para que durmiera y así liberar al hombre de las pesadillas que en su interior se ocultaban. Nadie jamás volvió a ver a Sirye ni al espíritu del lobo.
Y lo una vez fue verdad se torno el leyenda.
FIN.