viernes, 31 de enero de 2014

[Original] KA-HA: Las espadas del Lobo - La espada del Lobo - 19ª Parte: El latir de la bestia.

En el capitulo anterior... si como los programas de televisión, bueno Sirey no encontró nada mas que el libro de leyes de los Shul. Ahora ella continuara la exploración de lo que antes fue su hogar.

Capítulos anteriores:

Libro 1.
La leyenda de las siete Ka-Ha -PROLOGO/1ª Parte: Las tierras del norte.
La leyenda de las siete Ka-Ha - PROLOGO/2ª Parte: El Clan de los Shul.
La leyenda de las siete Ka-Ha - PROLOGO/3ª Parte: Los cinco clanes. 
La leyenda de las siete Ka-Ha - 4ª Parte: Una nueva era. 
La leyenda de las siete Ka-Ha -5ª Parte: Bosque maldito (1ª y 2ª Parte).
La leyenda de las siete Ka-Ha - 7ª Parte: Guerra.
La leyenda de las siete Ka-Ha - 8ª Parte: Un nuevo comienzo. 
Libro 2.
La sangre de la pantera  - 9ª Parte: El camino del Sur.
La sangre de la pantera - 10ª Parte: El emblema de la pantera.
La sangre de la pantera - 11ª Parte: Viaje al Este. 
La sangre de la pantera - 13ª Parte: La batalla de Epikas. 
La sangre de la pantera - 14ª Parte: Reencuentro.
La sangre de la pantera - 15ª Parte: El fin de la guerra.
La sangre de la pantera - 16ª Parte: El corazón ardiente. 
La sangre de la pantera - 17ª Parte: Hija del Norte. 
Libro 3.
La espada del Lobo - 18ª Parte: Sholem, la tumba del bosque.

La espada del Lobo - 19ª Parte: El latir de la bestia.



Tierras del Norte, pueblo de Sholem. 
23º Año del mandato de Jeraqc Braman, 18º Legado de Nurvak. 
Estación del Caballo; Segundo tercio, vigésimo día. 


Observo la oscura espada, era tan parecida a la suya, incluso tenia lobos decorando su vaina. Pensó que tal vez había mas espadas que las que ella creía, pero en el libro solo se mencionaban las siete espadas que ella ya había visto en su niñez. ¿De donde había salido aquella? Releyó el libro de las leyes pero no hacia mención a una octava Ka-Ha. ¿Por qué su padre la ocultaría? Observó minuciosamente aquel acero. La vaina echa de madera era oscura como la noche, las imágenes de los lobos no estaban talladas sobre la vaina si no que eran de fino metal brillante. La empuñadura estaba forrada con una cinta negra trenzada. Era sencilla pero hermosa, Sirye salió al exterior para poder ver mejor la hoja de la espada y comprobar si esta también poseía el sello del lobo. Agarro la empuñadura con la mano derecha y la vaina con la izquierda y suavemente tiro de ella para sacarla de su funda. Apenas asomaba la mitad del acero cuando un fuerte latido que provenía del pecho de la chica sacudió el paisaje, palpito con furia y parecía que el corazón se le fuera a salir del torso. En ese instante resonaron en la distancia los aullidos de cientos de lobos. Provenían de todas las direcciones y parecía que la llamaban, algo despertó en su interior. Miro el brillante metal y vio el sello, era más grande, diferente. Como una ráfaga un gélido viento la envolvió y comenzó a nevar. Sus ojos verdes se transformaron y la furia de la bestia los poseyó. La chica volvió en si, envaino la Ka-Ha rápidamente, el viento paro pero no ceso de nevar. Algo había sucedido, no alcanzaba a comprender que, sentía un gran poder que había despertado en su interior y una furia incontrolable la había poseído. Comprendió que aquello guardaba relación con la espada, era extraño pues desde niña su padre siempre le había explicado que las Ka-Ha solo revelaban su verdadera forma y su poder ante el portador. ¿Acaso era ella la portadora de aquella arma? Y ¿De donde había salido? ¿Por qué esta arma confería semejante poder? Era con diferencia superior a la sensación que tenia al portar la Ka-Ha que su padre le entrego. Regreso al patio y guardo en la montura de su caballo la negra espada. En aquel lugar ya no quedaba nada que la atara y decidió regresar al sur. Quedaban pocas horas de luz así que debía darse prisa si no quería que la noche la atrapara dentro de Sheika. Monto y echo un último vistazo al que fue su hogar, resistió llorar, azuzo al animal para que corriera con bravura y la sacara de aquel lugar lo antes posible. 

Pero no fue suficiente, la noche la alcanzo. La forma de los arboles cambio y estos tomaron un aspecto aún mas amenazante. Apenas había recorrido la mitad del camino de regreso cuando algo hizo tropezar al caballo y los dos cayeron. Sirye estaba en el suelo, se había golpeado la cabeza y una pequeña herida en su frente comenzó a sangrar. No podía ver bien por la oscuridad de la noche y el golpe la había aturdido, rápida se levanto del suelo e intento coger su espada, pero no estaba. Debido a la caída se había desprendido de su cinto y no lograba ver donde había caído. Estaba rodeada por aquellas extrañas criaturas una vez mas, amenazantes comenzaron a acercarse a la joven y recordó que la otra espada estaba junto a su caballo, y en un rápido movimiento corrió hacia él. Las sombras se abalanzaron sobre ella, de sus siluetas salían decenas de extremidades y justo en el momento que la iban a alcanzar agarro la espada. El viento nuevamente soplo con violencia y la envolvió, empuño el arma y lucho con las sombras cortándolas, sus movimientos eran rápidos y ninguna lograba atraparla. Una se acercaba por su espalda y cuando estaba apunto de alcanzarla un lobo apareció de entre las sombras y la desgarro. Finalmente los demonios cesaron el ataque y regresaron a su lugar. La chica que respiraba agitada miró a su alrededor, vio al lobo y este dirigió sus ojos hacia ella. El la había salvado, aquel animal había luchado junto a ella. Su corazón volvió a palpitar con fuerza y en ese momento pasaron por su mente rápidas imágenes, pudo ver las otras Ka-Ha; el emblema de la Zorro, estaba en las llanuras de Atnes-Rä, cerca de Ankar, en el oeste. El emblema del Ardilla, en la orilla del Beräm-Ra. Cerca de la ciudad de Ithos se ocultaba el emblema del Gato Montes. Y el emblema del Oso se hallaba a las afueras del pueblo de Sholem. No pudo ver las otras dos espadas, la imagen era borrosa. Alejo todos esos pensamientos de su mente, levanto al caballo busco la Ka-Ha de su padre y regreso a Sholem, al lugar en el que había visto en emblema del Oso. 

Al llegar a los límites del pueblo miro hacia todos los lados sin saber que era lo que buscaba. ¿Tal vez la espada estuviera en aquel lugar enterrada bajo la nieve? Sus ojos la sorprendieron, los froto para asegurarse de no estar viendo una ilusión. Había alguien más en aquel lugar. Saco de su funda la espada de su padre y se acercó sigilosamente al hombre. Lo asalto desde atrás, empuño su acero contra su espalda cogiéndolo desprevenido. El hombre estaba arrodillado en el suelo, parecía desorientado. 

-¿Quién sois y que hacéis en este lugar?- Dijo ella. 

-¿Quién soy? La cabeza me da vueltas… ¿Dónde estoy?-Contesto el hombre. 

-¿No sabéis en que lugar os encontráis? ¿Acaso os habéis caído de vuestro caballo? 

-¿Caballo? No, yo estaba luchando y de repente… no lo se, todo se torno oscuro. 

-¿Luchando? ¿Contra quien?-La joven comenzó a impacientarse.- Aquí no hay nadie mas que vos y yo. 

-No, estábamos rodeados. Hace un momento todo el lugar estaba lleno de hombres de los Karmak.- El hombre miro a su alrededor- ¿Qué es este bosque? ¿Dónde estoy? 

-¿Karmak?- Hacia mucho tiempo que no oía aquella palabra.- Decidme vuestro nombre, ¡Ahora! 

-Mi nombre es Brektöl, pertenezco al Clan Shul.- Respondió el. 

-¿Brektöl? 

La joven se sentía confusa, hacia apenas un rato no había nadie, de donde había salido aquel hombre que aseguraba ser un portador. El hombre aprovecho la confusión de la joven, desenvaino su espada, y veloz como el rayo aparto el filo de Sirye. 

-¿Y vos quien sois jovencita?- Escudriño a la chica y pudo ver la espada que empuñaba. No había duda, era la Ka-Ha de Sheros.- ¿De donde habéis sacado esa arma? 

-Mi padre me la dio. 

-¿Sirye?-exclamo sorprendido el hombre.-No puede ser. 

No era la espada lo que en la visión había visto, era al portador. Aquel que no había cambiado desde su marcha apareció milagrosamente en aquel lugar. ¿Cómo era posible? 

-Estáis igual que la ultima vez que os vi Brektöl.- Los dos guardaron sus armas y se miraron extrañados.- Es cierto aquello de que es difícil ver envejecer a un Shul. Han pasado veintiún ciclos y estáis exactamente igual. 

-¿Qué? ¿Veintiún ciclos? No, apenas hace cuatro ciclos que os marchasteis de Sholem, habéis crecido muy rápido.-Dijo aun mas sorprendido el guerrero. 

-¿Cuatro ciclos?… No, ha pasado mucho más tiempo desde mi marcha. Debéis estar confuso, han sido veintiún ciclos os lo puedo asegurar. 

-Es imposible…-Brektöl se hecho las manos a la cabeza y froto su cabello.- Yo… estaba luchando hace un momento con los Karmak, aquí mismo. Me siento extraño, como si hubiera dormido durante más de un ciclo y no consigo despejar mi mente del todo. 

-Aquí no hay nadie Brektöl, solo estamos vos y yo. ¿Acaso no lo veis? 

El hombre miro a su alrededor pero parecía no reconocer el lugar, giro sobre si mismo y al final se detuvo. 

-¿Dónde estamos? ¿Acaso nos encontramos en el interior de Sheika? 

-Si. 

-Yo estaba a la afueras de Sholem no en Sheika, luchaba para evitar que los Karmak llegaran al pueblo. Pero eran demasiados… estábamos rodeados. 

-Estamos a las afueras de Sholem. No lo comprendéis, el bosque ha crecido, ahora cubre todo el norte. 

-Es imposible ¿Como iba a crecer tanto el bosque? ¿Qué ha ocurrido?

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