viernes, 17 de enero de 2014

[Original] KA-HA: Las espadas del Lobo - La sangre de la pantera - 17ª Parte: Hija del Norte.

Y este es el ultimo capitulo del segundo libro de KA-HA, pero no el final de esta historia, pues la próxima semana empezara el tercer y ultimo libro. Tras que Milo descubrió su gran secreto es que Sirey toma una decisión.

Capítulos anteriores:

Libro 1.
La leyenda de las siete Ka-Ha -PROLOGO/1ª Parte: Las tierras del norte.
La leyenda de las siete Ka-Ha - PROLOGO/2ª Parte: El Clan de los Shul.
La leyenda de las siete Ka-Ha - PROLOGO/3ª Parte: Los cinco clanes. 
La leyenda de las siete Ka-Ha - 4ª Parte: Una nueva era. 
La leyenda de las siete Ka-Ha -5ª Parte: Bosque maldito (1ª y 2ª Parte).
La leyenda de las siete Ka-Ha - 7ª Parte: Guerra.
La leyenda de las siete Ka-Ha - 8ª Parte: Un nuevo comienzo. 
Libro 2.
La sangre de la pantera  - 9ª Parte: El camino del Sur.
La sangre de la pantera - 10ª Parte: El emblema de la pantera.
La sangre de la pantera - 11ª Parte: Viaje al Este. 
La sangre de la pantera - 13ª Parte: La batalla de Epikas. 
La sangre de la pantera - 14ª Parte: Reencuentro.
La sangre de la pantera - 15ª Parte: El fin de la guerra.
La sangre de la pantera - 16ª Parte: El corazón ardiente. 

La sangre de la pantera - 17ª Parte: Hija del Norte.



Tierras del Legado Nurvak, Fortaleza de Panhan. 
23º Año del mandato de Jeraqc Braman, 18º Legado de Nurvak. 
Estación del Caballo; Segundo tercio, decimoctavo día. 


Los largos y calurosos días del águila habían pasado y con la estación de caballo las hojas de los arboles se desprendían de las ramas. Milo, quien hacia poco que había descubierto el secreto de la joven extranjera, practicaba con la espada junto a Sirye en el patio mientras los reclutas observaban y aprendían. El joven comandante, quien era un excelente espadachín, no lograba alcanzar a la guerrera y esta sin demasiado esfuerzo esquivaba todos sus movimientos. La practica término y Milo se dirigió a los hombres. 

-Como podéis ver lo más importante es el movimiento de los pies. Observar a vuestro enemigo y aprended su estilo de lucha, debéis ser rápidos y prever los ataques de vuestro contrincante. Bien, por hoy hemos terminado, podéis marcharos. - el joven envaino su espada y se dirigió a Sirye.- ¿Como los ves? 

Ella inclino la cabeza hacia un lado he indico a Milo que los veía algo verdes y con mucho que aprender. La chica también envaino su espada y abandono el patio en dirección al edificio. Cruzo la entrada y se dirigió hacia la biblioteca, allí se encontraba como todos los días Petro. Sumergido en un mar de mapas y papeles alzo la vista hacia la joven. 

-Buenas noches Loel, ¿ya habéis terminado el entrenamiento?- Ella asintió.- Muy bien, me han comunicado desde la comandancia en Brumesa que no recibiremos mas reclutas por un tiempo. También enviaremos a unos quinientos hombres a la 1ª División para reforzar nuestras fuerzas en la frontera del oeste. - Ella volvió a asentir.- Es todo por hoy puedes marcharte. 

La joven abandono la estancia y se dirigió a su dormitorio. Ya hacia un tiempo que no lograba sacar de su mente el recuerdo de su hogar. Todos los días al llegar la noche ocupaban su mente imágenes de su madre, su padre y se torturaba recordando el pacto con el lobo. ¿Qué había sido de su hogar? ¿Qué desenlace había tenido la guerra? Ansiaba que su pueblo hubiera salido victorioso frente a los Karmak y que todos estuvieran a salvo. Todos los días sufría pensando en ello, deseaba regresar al norte y obtener una respuesta para sus dudas. Durante todo aquel tiempo, ya 21 años, había dejado atrás su pasado pero este comenzaba a llenar sus sueños. No sabia como resolver el problema, no podía abandonar a Petro y a la 2ª división quienes la habían acogido. Tampoco podía continuar de aquella manera. ¿Qué debía hacer? Ta vez podría hacer un viaje rápido al norte y sin delatarse poder ver a su padre y madre por ultima vez, dar paz a su corazón y finalmente dejar su pasado atrás para poder avanzar hacia el futuro. 

Esa misma noche se dirigió a la habitación de Milo, golpeo su puerta y espero una respuesta. Esta se abrió y la cara del joven asomo a través de ella. Su cabello estaba despeinado, la camisa parcialmente desabotonada dejaba ver su pecho y parecía que acababa de despertar. 

-Buenas noches, pasa.- Sirye entro en la habitación pero evitaba mirar al joven-¿Qué pasa?- pregunto el mientras peinaba con una mano su pelo. 

-Hay algo que necesito hacer y para ello voy a necesitar de tu ayuda.- dijo en un murmuro la joven. 

-Bien, ¿Qué es? 

-Tengo que viajar al norte.- los dos jóvenes quedaron en silencio y Milo busco la mirada de Sirye, quien evitaba mirarlo a los ojos. 

-¿Al norte? ¿Por qué? 

-Necesito saber que mi familia esta bien. Hace ya tiempo que no consigo sacar de mi mente estos pensamientos y me van a volver loca.- dio la espalda a Milo.- No necesito que hagas nada, solo que le digas a tu padre que he de viajar, dile que viajo a Herro, Baresh o Nuark, no me importa. Pero explícale que estaré ausente unos días. No creo que tu padre se oponga a mi viaje. 

-Pero ¿Por qué ahora? 

-Las cosas están tranquilas y esto es algo que necesito hacer, solo quiero que lo comprendas. Si no puedes ayudarme no pasa nada, me las apañare por mi misma. 

-No, te ayudare. Hablare con mi padre. ¿Cuándo has pensado salir?- El joven se acercó a ella y poso su mano sobre el hombro de Sirye. 

-Si estas dispuesto ha hablar con tu padre saldré para el norte mañana mismo.- se giro y miro a los ojos al comandante. 

-¿Mañana? ¿No crees que es muy precipitado?- Sirye volvió a dar la espalda a Milo y agarro la puerta con intención de marcharse.-Espera, mañana a primera hora hablare con mi padre. 

-Gracias Milo. 

El corazón de Milo latía con rapidez, los sentimientos del joven habían comenzado a transformarse. Lo que al principio era amistad poco a poco se había convertido en atracción, desde el día que vio el rostro de la joven Milo no podía apartar la imagen de la belleza de la chica de su mente. No quería que se marchara, le horrorizaba pensar que jamás regresaría, pero esa decisión no estaba en su mano. Ella que siempre lo había tratado con amabilidad se había vuelto fría y distante desde aquel día. 


Tierras del Legado Nurvak, Fortaleza de Panhan. 
23º Año del mandato de Jeraqc Braman, 18º Legado de Nurvak. 
Estación del Caballo; Segundo tercio, decimonoveno día. 


La mañana llego y Sirye preparo su petate para el viaje. Miro por la ventana que daba al patio y pudo ver al padre e hijo conversando. Cruzo el pasillo y bajo las escaleras con cierta tristeza, atravesó la entrada principal y alcanzo a los dos hombres. Estos quedaron en silencio cuando la chica llego a su encuentro y Petro se acercó a ella. 

-Vaya, ¿Así que crees que puedes tener familia en Herro?- Ella miro a Milo, regreso la mirada a Petro y asintió.- Esta bien, tienes siete días de permiso para viajar a Herro. Pero cuando llegue el octavo debes estar de regreso. ¿Comprendido?- Volvió a asentir- No hagas que tenga que ir a buscarte. 

La joven estrecho la mano al Coronel y en un brote de entusiasmo lo abrazo. Milo recogió su equipaje del suelo y la ayudo a cargarlo en el caballo. 

-Regresa por favor. 

Ella volvió a asentir, monto en su caballo y cruzo el portón de la fortaleza desapareciendo en el bosque en el que años atrás Petro la había encontrado. 

Cruzo el gran bosque del norte, los animales la observaban y una suave brisa soplaba. Se detuvo y volvió la mirada hacia atrás pero ya había dejado la fortaleza atrás y solo podía ver arboles. Prosiguió su camino, llego a las faldas de los montes Pertos, comenzó a ascender la montaña y la noche la alcanzo. Decidió detenerse y pasar la noche en aquel lugar, pues recordó algo en lo que no pensaba desde hacia mucho tiempo; los Shul jamás pisaban la tierra ni abandonaban su hogar durante la noche. Apenas pudo dormir, sus ojos verdes observaron la luna en lo alto del cielo y fantaseo con el aspecto que tendría su pueblo. Con el alba siguió su camino, pero cual fue su sorpresa al llegar a lo más alto de los montes. Después de tanto tiempo pudo ver por primera vez su hogar, pero este había cambiado. Todo el territorio del norte había sido cubierto por una espesa capa de oscuridad y los negros arboles de Sheika llegaban hasta los limites de aquellos montes. El valle de Ilias, las llanuras de Atnes-Rä, solamente el Jäl-Elk se alzaba sobre aquel horrendo manto y había conseguido esquivar a la tenebrosa arboleda que lo había devorado todo. Su mente se lleno de horror y su regreso al hogar se torno en pesadilla. 

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