viernes, 24 de enero de 2014

[Original] KA-HA: Las espadas del Lobo - La espada del Lobo - 18ª Parte: Sholem, la tumba del bosque.

Y con esto comenzamos el tercer y ultimo libro de las KA-HA. Sirey decidió regresar a su hogar completamente sola, pese a que Milo deseaba acompañarla. Al llegar allí las cosas no son como Sirey las recordaba.

Capítulos anteriores:

Libro 1.
La leyenda de las siete Ka-Ha -PROLOGO/1ª Parte: Las tierras del norte.
La leyenda de las siete Ka-Ha - PROLOGO/2ª Parte: El Clan de los Shul.
La leyenda de las siete Ka-Ha - PROLOGO/3ª Parte: Los cinco clanes. 
La leyenda de las siete Ka-Ha - 4ª Parte: Una nueva era. 
La leyenda de las siete Ka-Ha -5ª Parte: Bosque maldito (1ª y 2ª Parte).
La leyenda de las siete Ka-Ha - 7ª Parte: Guerra.
La leyenda de las siete Ka-Ha - 8ª Parte: Un nuevo comienzo. 
Libro 2.
La sangre de la pantera  - 9ª Parte: El camino del Sur.
La sangre de la pantera - 10ª Parte: El emblema de la pantera.
La sangre de la pantera - 11ª Parte: Viaje al Este. 
La sangre de la pantera - 13ª Parte: La batalla de Epikas. 
La sangre de la pantera - 14ª Parte: Reencuentro.
La sangre de la pantera - 15ª Parte: El fin de la guerra.
La sangre de la pantera - 16ª Parte: El corazón ardiente. 
La sangre de la pantera - 17ª Parte: Hija del Norte. 

La espada del Lobo - 18ª Parte: Sholem, la tumba del bosque.



Tierras del Norte, Montes Surem. 
23º Año del mandato de Jeraqc Braman, 18º Legado de Nurvak. 
Estación del Caballo; Segundo tercio, vigésimo día. 


Comenzó a descender la montaña, conforme se acercaba a la extraña floresta notaba como el caballo se agitaba. Los arboles se alzaban como gigantes ante ella, sus ramas parecían retorcerse y su color era sombrío. Las hojas colgaban inmóviles y tétricas. Del suelo salían espantosas raíces como tentáculos e invadían todo el lugar. No crecía hierba, la tierra era de color oscuro y la vida huía espantada por el diabólico paisaje. Tranquilizo al corcel y cuando llegaron al límite del bosque tubo que desmontar, aquel animal sabía que algo se ocultaba tras la maraña de ramas. Sirye, que recordaba vagamente las historias sobre las sombras que su padre le conto de niña, desenvaino y entro en la arboleda dejando atrás el caballo. Camino lentamente observando todo a su alrededor, pese a ser de mañana ningún rayo de luz atravesaba la espesura de Sheika y el silencio reinaba. Las sombras de las ramas que en el suelo se posaban se estiraban y retorcían cambiando de forma tras las pisadas de la chica. Una de ellas se despego del suelo y se alzó tras la joven imitando la forma humana sin separarse de la silueta que nacía del árbol, extendió sus extremidades y se tornaron afiladas y puntiagudas. Ataco a la chica. Sirye pudo esquivar el ataque de la figura oscura y con un rápido movimiento segó a la bestia partiéndola en dos. La parte dividida desapareció en la oscuridad y el resto del espectro regreso a su lugar. ¿Qué era lo que en aquel maldito bosque sucedía? Era Sheika, que atacaba a su enemigo. La joven corrió y regreso junto al caballo observando como las sombras se estiraban y la perseguían. ¿Cómo cruzar aquella arboleda y alcanzar Sholem? Esta misión se torno en ardua tarea. Monto y cabalgo veloz sin detenerse y sin mirar atrás. Los demonios de Sheika la perseguían y un murmullo se oía en lo profundo del bosque, Sirye que portaba su arma en la mano cortaba todas las sombras que la alcanzaban antes de que estas la hirieran. 

El silencio se hizo y junto a el las bestias desaparecieron. Continúo su camino sin detenerse. 

El mediodía había llegado, alzo la vista y vio unos pocos rayos de luz que poderosamente atravesaban el follaje del bosque. En la distancia algo de luz iluminaba un edificio en ruinas, de paredes blancas brillaba y alumbraban el lugar. Se acercó sutil y reconoció los frescos que en el interior del edificio decoraban las paredes. Agrietados y desfigurados aquellos eran lo que se encontraban en las paredes de la gran biblioteca de Ithos. No lo podía creer, aquello era Ithos, la ciudad había sido destruida y apenas quedaba nada en pie. Los arboles crecían sobre las ruinas de la ciudad, las raíces rompían el suelo y lo cubrían todo. Continúo su camino, pues ningún Ilmar habitaba ya aquel lugar. Debía llegar a Sholem antes del anochecer o estaría perdía. Galopo veloz esquivando lo arboles que en su camino se cruzaban y el atardecer hizo que la oscuridad fuera cada vez mas negruzca, finalmente allí estaba, Sholem. El que fue su pueblo estaba totalmente destruido al igual que Ithos. Avanzó lentamente a través de las casas hasta que se topo frente a frente con el emblema del Lobo, su casa. 


Tierras del Norte, pueblo de Sholem. 
23º Año del mandato de Jeraqc Braman, 18º Legado de Nurvak. 
Estación del Caballo; Segundo tercio, vigésimo día. 


Todos habían muerto o huido. El pueblo estaba desolado y el bosque que una vez limito con el patio de su casa ahora lo cubría todo. Llevo el caballo al patio trasero que curiosamente estaba libre de los arboles de Sheika, igual que las casas de los portadores que eran las únicas que permanecían en pie. El patio había cambiado, en el centro de él habían construido una pequeña caseta de piedra, entro en ella y se topo con la tumba de su padre. Hecha de piedra, tenia el nombre “Sheros” tallado en ella y la figura de su progenitor moldeada sobre la lapida, era tan detallada que parecía que el guerrero se hubiera convertido en roca. Era imposible, su padre no podía haber muerto, en un ataque de ira uso todas sus fuerzas para abrir el sepulcro y poder verlo con sus propios ojos. Sheros descansaba en el interior junto al Libro de Leyes del Shuls-Ha y una extraña espada negra que sostenía con sus dos manos sobre su pecho. Sirye retiro la tela que cubría su rostro, las lagrimas comenzaron a brotar de sus ojos y se culpo por lo sucedido. Recogió la espada y el libro, cerro la tumba y regreso al interior de la casa. Desconsolada miro a su alrededor, nada había cambiado todo seguía igual que la ultima vez que estuvo allí. En el centro había una mesa hecha de madera desgastada, a su alrededor descansaban cuatro sillas. El fuego de la cocina que era rudimentario tenia un caldero sobre el, aquel en el que su madre preparaba las comidas estaba ennegrecido por los años de uso. Los armarios que solían estar repletos de libros, alimentos y otros objetos estaban vacíos.El lugar parecía abandonado, nadie había ocupado aquella sala en mucho tiempo. Se acercó a la mesa retiro una de las sillas y se sentó. El libro tenía una gruesa capa de polvo sobre el y apenas se podía ver la imagen que decoraba la portada, con suavidad pasó la mano y vio el texto escrito en este: Libro de Leyes, Clan Shul. Abrió el tomo, contemplo el lobo que decoraba el encabezado de la página y pudo ver la escritura del que fue el primer Shul, Sirkey. Comenzó a leer.

Libro de Leyes, Clan Shul. 

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