viernes, 19 de julio de 2013

[Original] KA-HA: Las espadas del Lobo - La leyenda de las siete Ka-Ha - 4ª Parte: Una nueva era.

Pues ya se acabo el prologo, el mundo establecido por Peppers ya esta, y ahora si comenzamos de lleno con su historia, en lo que seria cronológicamente el cuarto capitulo, pero en realidad es mas el primero. Por fin es que conoceremos a la protagonista de esta historia. Un detalla, cabe resaltar que Peppers usa varios calendarios, dependiendo del lugar donde se da la narración, se los menciono pues en un principio puede causar confusiones pero te da una idea de la temporalidad que lleva esta historia, ademas de ser un elemento original y propio de la misma.

Para los que no han leido los capitulos anteriores aquí les dejo los links.

La leyenda de las siete Ka-Ha -PROLOGO/1ª Parte: Las tierras del norte.
La leyenda de las siete Ka-Ha - PROLOGO/2ª Parte: El Clan de los Shul.
La leyenda de las siete Ka-Ha - PROLOGO/3ª Parte: Los cinco clanes. 

La Leyenda de las siete KA-HA.
4ª Parte: Una nueva era. 




5ª GENERACIóN, CLAN SHUL: 
Pueblo de Sholem. Ciclo 426 de Bërt-Ehm. 
Primera estación, Shot-Em; Primer tercio, sexto día. 


Un nuevo ciclo comenzaba en el norte, las ventiscas castigaban a Sholem y la nieve volvía a cubrir los tejados y las ramas. Sheros observaba como el cambio de estación se había llevado hasta la ultima hoja de los ya dormidos arboles que rodeaban su hogar. Llego al patio y miro al frente, ahi estaban, detras de su casa como siempre esos arboles que nunca mudaban sus hojas. La tranquilidad de la mañana lo acompañaba en sus largas guardias, se regodeaba disfrutando con los pocos rayos del sol que acariciaban su dura piel. Una oscura y recia barba cubría casi todo su rostro, sus ojos de un color azul pálido recordaban a los de su padre. El viento ondeaba la negra melena que Sheros ataba a la nuca para que no le impidiera ver más allá. Pieles oscuras cubrían su cuello, los vientos que soplaban desde las montañas Norem eran capaces de helar la sangre del más fiero hombre. A este suave cuello le seguía una basta tela oscura, bordada en hilo gris con los mas voraces lobos que mostraban sus colmillos amenazantes, la capa que perteneció a su padre y antes de el al suyo. Sus ropas del color de las hojas del bosque eran oscuras como la más negra noche, placas de metal cubrían su pecho y en el cinto que abrigaba su cintura se podía atisbar la empuñadura de una hermosa arma. Su vaina era de madera azulada de un tono negruzco, esta se entremezclaba con sus ropajes. Un arma sencilla en apariencia sin demasiada decoración, tenia pequeños lobos grabados sobre la madera y dos suaves cordeles grises atados a la empuñadura volaban con el viento de la mañana. Cerró los ojos y por unos segundos se imagino en otro lugar, pero un sonido familiar llamo su atención. El crujir de la nieve bajo sus pies. Dirigió su mirada hacia lo que lo distrajo y la vio correr y jugar en el patio. Era todo lo que le quedaba, aquella dulce sonrisa y profunda mirada verde que le recordaba al hogar de su amada, el verde valle de Ilias, la paz de sus praderas que se hallaban tan lejos del Bosque Sheika. 

-¡Sirye, NO! No te acerques tanto al bosque, recuerda, es peligroso. 

-Pero... ¿Porque? Solo son arboles, aunque.... estos nunca pierden sus hojas en el cambio de estación... 

-Ya te hemos dicho tu madre y yo que es peligroso, no debes entrar jamás en Sheika.- Los ojos de Sheros se llenaron de temor y se alejaron del bosque. 

Las negras hojas ensombrecían el patio de la casa impidiendo que el sol pudiera llenar con su luz el umbral del bosque. Aunque los ojos de las nuevas generaciones jamás se habían topado con las bestias, los escritos y el poder conferido por las Ka-Ha a sus portadores eran suficientes pruebas de su existencia. Estos rudos guerreros del norte vivían bajo la continua presencia de los demonios del bosque y con el eterno pacto que sus antepasados habían hecho con el lobo, atados de por vida a una promesa sellada con fuego en cada espada. 

-Ya lo se. "Solo los portadores de la Ka-Ha pueden entrar en Sheika". Pero... Yo soy una portadora de la Ka-Ha, ¿no es así padre? 

-Algún día lo serás, si practicas y te conviertes en el siguiente Shuls-Ha serás la portadora de mi Ka-Ha. Pero aun falta para eso, por lo menos tienes que crecer cinco palmos mas y solo tienes nueve ciclos. Espero ser el Shuls-Ha durante mucho tiempo para poder protegeros a tu madre, a ti y a todos los miembros del Clan.-Una sonrisa se esbozo en la cara de Sheros, miro hacia las casas que se veían desde el patio trasero de su hogar.- ¿Que es lo que necesita un Shuls-Ha para ser un buen líder? 

-¡Ser el mejor guerrero de Ka-Ha de todo el Clan!- Sheros rio. 

-¿Y? 

-Ser paciente, comprender que el Shuls-Ha no esta por encima del Clan, ser justo y evitar que las sombras escapen de Sheika.- El legado que ningún padre querría dejarle a un hijo, una condena de por vida que la uniría a las bestias hasta el día de su muerte. 

-¡Ya eres toda una Shul!- exclamo Sheros. 

Sirye rio con el y soltó la mano de su padre. Agarro una rama rota del suelo y ataco a Sheros incitándole a la lucha. La nieve bajo sus pies se removió y durante un segundo el aire más gélido que jamás había recorrido los pulmones de Sirye, llego susurrante desde el bosque. Sheros sabia que algo se agitaba nervioso en su interior y regreso a la casa junto con su hija. 

Durante mucho tiempo la calma había acompañado al Clan Shul, el bosque se mostraba tranquilo y dormido, pero en el ultimo cambio de estación algo extraño apesadumbraba a Sheros, sabia que algo iba a suceder, ¿pero que? No comprendía que era lo que tanto lo asustaba. Sabía que al otro lado del lago Atkei, mas allá en las montañas de Orkham, el Clan Karmak se preparaba para un nuevo ataque. Pero los continuos desafíos de Kurna, líder de los Karmak, nunca había sido dignos de su preocupación. Eran superiores en el arte de la lucha, no había nada de Kurna pudiera hacer contra ellos. Sheros entro en la casa donde su esposa Ilitana lo esperaba sonriente, avanzo a través de las habitaciones hasta llegar al dormitorio principal y espero a que su mujer entrara en la estancia para cerrar la puerta. El gesto de Sheros era inconfundible, algo sucedía, algo lo preocupaba. 

-¿Qué te pasa querido?- La voz más dulce que sus oídos jamás habían recogido lo meció en una sensación de calidez y tranquilidad.- Te noto extraño estos últimos días. 

-No lo se, algo peligroso se avecina, algo oscuro... Y tengo la sensación de que no tengo nada que hacer en contra de ello.- Sheros se sentó en la cama junto a su esposa Ilitana y cogió su mamo con cuidado. Ilitana se mostro confundida, preocupada por las palabras de su esposo. 

-¿Te refieres a las sombras?-La voz se le quebró.- ¿Que sucede Sheros? 

-El aire... el viento, el rozar de las hojas de esos horrendos arboles, el olor de la tierra, todo es distinto. Fue de repente, un día todo estaba tranquilo como el día anterior, pero después... no lo se Ilitana, mis palabras no pueden explicar lo que mi corazón siente. Sé que algo va a suceder, algo realmente terrible, pero soy incapaz de descifrarlo.- Sheros respiro profundamente- Tendremos que entrar y ver que demonios es lo que sucede dentro de ese maldito infierno.

La calmo, le explico que el y algunos de los portadores tendrían que adentrarse y descubrir que estaba sucediendo. Que su obligación como líder ante todo era proteger al clan, como otros ya habían hecho. No era algo que el Shul-Ha quisiera hacer, en contadas ocasiones había cruzado el odioso umbral, pero ya era inevitable, pues algo sucedía. 


9ª MANDATO, CLAN KARMAK: 
Pueblo de Kervas. Ciclo 426 de Bërt-Ehm. 
Primera estación, Shot-Em. Primer tercio, sexto día. 


Kurna recorría la sala del Hak de una punta a la otra sin parar, observando a los que le precedieron, despreciando sus semblantes. Las grandes paredes de mármol negro se alzaban a su alrededor haciendo que el Hak se sintiera encarcelado, apresado en su propia fortaleza. Fantasmas del pasado lo castigaban, las continuas derrotas lo hacían sentir impotente, como una mísera cucaracha luchando por sobrevivir un día mas. Él era el más grande, el más poderoso, el único capaz de conseguir arrebatar las Ka-Ha a los Shul. Sheros caería ante su grandeza y de una vez por todas dejaría de avergonzarlo. Pero no conseguía derrotarlo, si tan solo tuviera la Ka-Ha en sus manos durante unos segundos, desentrañaría el misterio de la poderosa arma y conseguiría reproducirla, sin saber que jamás lo lograría. El secreto no solo se hallaba en la fragua de los Shul. 

El trono del Hak lo atormentaba, construido con los craneos de los anteriores Haks, sus pesadillas se llenaban viéndose encadenado de por vida a aquel trono, contemplando su calavera llena de gusanos y su imperio abandonado por otro Hak que no tuviera el valor de enfrentase al poder de las Ka-Ha. Debía ser suya y así todos los clanes se arrodillarían ante el. 

Una sombra se acercó a Kurna por su espalda, este desenvaino su arma y la empuño hacia el corazón del intruso. 

-Hak, debéis calmaros. Conseguiréis matar a alguien.- Dijo Erio. 

-Así murió mi antecesor, demasiado confiado, lo vi en sus ojos cuando atravesé su corazón.-Envaino su arma- ¿Crees que no oigo el rumor que llena los pasillos? Ya hay mas de uno decidiendo como acabar con migo. 

-Bueno, ese es el tormento del Hak. Tal vez si escucharais a los consejeros y decidierais atacar al Clan Ilmar, la fortaleza se tornaría más silenciosa. 

-El Clan Ilmar... ¿de que serviría? Para arrebatarles sus laudes, o sus libros. Solo sirven para avivar el fuego de la fragua. No, el Clan Shul es el que me atormenta. 

-Jamás conseguirás vencer a Sheros, no mientras porte la Ka-Ha. 

-Entonces tendré que arrebatársela. Y después acabare con todo su Clan. 

-Pensad en la propuesta Hak, los soldados se están impacientando. 

Kurna se quedo pensativo y volvió la mirada hacia el trono. 

-Marcharte. Y di a todos aquellos que se ocultan tras las puertas que también se marchen, o probaran mi acero. 

Kurna, instruido en las artes oscuras, tenía al juglar de su propia verdad en lo más profundo de su fortaleza, Etkor, el oráculo. Siempre que Kurna estaba confuso y no conseguía dilucidar la verdad acudía a ella. El ser con dos caras, la que ve lo que paso y la que ve lo que pasara. Descendió las escaleras curvas que lo hundían en las entrañas de la montaña y llego a la sala donde estaba la madre verdad, oculta en la ruda roca de Orkham, apareció ante la llamada del Hak. 

-Etkor, oráculo, bruja, dime... que debo hacer para poder acabar con el reinado de los Shul, para destruir al Shuls-Ha Sheros. No soporto mas esta espera, años llevo esperando a que el viejo se debilite... pero debe pertenecer a la única estirpe del hombre que se asemeja a los árboles. Nunca envejece... Moriré antes de poder enfrentarme a él. ¡Respóndeme bruja! 

-Esta es la única verdad; 

"Cuando el vástago del líder cumpla diez ciclos de edad, 
Su corazón por el de la bestia del bosque se tornara. 
Su poder contenido, en el fragor de la batalla os destruirá." 

-¿Qué dices vieja bruja? Sheros no tiene heredero, el pequeño murió en el parto, es sabido por todos. Pero espera... tiene una hija... 

Kurna decido aprovechar la situación, la heredera de Sheros solo era un niña, nada podría hacer en su contra. El corazón de Sheros se debilitaría con la muerte de su otro hijo y ese seria el momento para acabar con el Shuls-Ha. El Hak no cabía en su alegría al ver la Ka-Ha que tanto había ansiado ya tan cerca. Comenzó a planear su ataque, si su corazón era lo que lo destruiría, el acabaría antes con el. Lo atravesaría con una flecha, la más afilada, la más dura y ya no quedaría nada que temer

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