viernes, 7 de marzo de 2014

[Original] KA-HA: Las espadas del Lobo - La espada del Lobo - 24ª Parte: La oscuridad de Sheika.

Pues esto es casi el fin, e penúltimo capitulo de la leyenda de las KA-HA. Milo ha aparecido, así como el que ahora los portadores de la KA-HA estan completos, sin embargo Milo se siente extraño al ver a Sirey actuando de una forma tan extraña. Al mismo tiempo el grupo se diriguen al monte Jal-Elk.

Capítulos anteriores:

Libro 1.
La leyenda de las siete Ka-Ha -PROLOGO/1ª Parte: Las tierras del norte.
La leyenda de las siete Ka-Ha - PROLOGO/2ª Parte: El Clan de los Shul.
La leyenda de las siete Ka-Ha - PROLOGO/3ª Parte: Los cinco clanes. 
La leyenda de las siete Ka-Ha - 4ª Parte: Una nueva era. 
La leyenda de las siete Ka-Ha -5ª Parte: Bosque maldito (1ª y 2ª Parte).
La leyenda de las siete Ka-Ha - 7ª Parte: Guerra.
La leyenda de las siete Ka-Ha - 8ª Parte: Un nuevo comienzo. 
Libro 2.
La sangre de la pantera  - 9ª Parte: El camino del Sur.
La sangre de la pantera - 10ª Parte: El emblema de la pantera.
La sangre de la pantera - 11ª Parte: Viaje al Este. 
La sangre de la pantera - 13ª Parte: La batalla de Epikas. 
La sangre de la pantera - 14ª Parte: Reencuentro.
La sangre de la pantera - 15ª Parte: El fin de la guerra.
La sangre de la pantera - 16ª Parte: El corazón ardiente. 
La sangre de la pantera - 17ª Parte: Hija del Norte. 
Libro 3.
La espada del Lobo - 18ª Parte: Sholem, la tumba del bosque.
La espada del Lobo - 19ª Parte: El latir de la bestia.
La espada del Lobo - 20ª Parte: El regreso de las Ka-Ha. 
La espada del Lobo - 21ª Parte: Los portadores y el pacto.
La espada del Lobo - 22ª Parte: La llama de hielo.
La espada del Lobo - 23ª Parte: El lobo y la pantera.

La espada del Lobo - 24ª Parte: La oscuridad de Sheika.



Tierras del Norte, monte Jal-Elk. 
23º Año del mandato de Jeraqc Braman, 18º Legado de Nurvak. 
Estación del Caballo; Segundo tercio, vigesimocuarto día. 


Milo viajaba rodeado por los portadores, su negativa a regresar a Panhan preocupaba al Dios, y que el estúpido acto de seguirlos le costara la vida. La tarde terminaba y la cima Barpek se lograba intuir en la distancia. Era un camino pedregoso y los caballos comenzaban a estar agotados, el bosque ya quedaba lejos a sus espaldas. El Jal-Elk era el único lugar del norte que no había quedado cubierto por Sheika, y desde su cima solo se podía ver el negruzco manto que se tornaba blanco por la intensa nevada que caía sobre todo el inmenso territorio. La ciudad de Eldos-Beräm seguía en pie. Nada había cambiado desde que Sirye visito este lugar por última vez junto a su padre, solo echaba en falta una cosa, las túnicas naranjas. Se acercaron lentamente al templo de Bërt-Ehm, la noche había llegado y la tormenta intensificado, ni un alma rezaba en la parte baja del templo. Sirye avanzo confiadamente y se adentro en el templo, subió los escalones de la gran escalinata y observó a los portadores. Estos la siguieron. 

-No creo que aquí quede nadie.-Susurro Syask a Bertam que caminaba a su lado. 

-¿Que es este lugar?- pregunto Milo. 

-Es el Templo de Bërt-Ehm, El Dios del rio.-le respondió Sohal que caminaba tras el. 

-¿Del rio? 

-Sois extranjero supongo. ¿Tal vez del Sur, Amiran? 

-¿Conocéis mi tierra? 

-Muchos de los habitantes del norte son descendientes de hombres del sur. Huyeron. Las continuas guerras eran insoportables, aquí tenían una vida pacifica. ¿No conocéis estas tierras? Seguro que nunca habíais oído hablar de ellas. 

-No.- Milo estaba inquieto. 

-Prestad atención a lo que os voy a decir.-Sohal se acercó a Milo y le hablo al oído.- Si realmente el Adab Bäb sigue aquí y no huyo durante la guerra, veras cosas extrañas, oirás palabras que no comprenderás. Jamás dirás a nadie lo que aquí va a suceder. Esa niña, Sirye, es la hija del mejor hombre que jamás conocí, dio su vida por proteger a su pueblo y entrego su felicidad para salvar a su familia. Esa chica es todo lo que queda de él, y para mi y cualquiera de nosotros lo mas importante ahora es proteger su vida, espero os comportéis como un hombre, suceda lo que suceda a partir de aquí. Lo habéis comprendido. 

-Todo claro señor. 

-Muy bien. 

Llegaron a la sala del Adab Bäb, abrieron sus puertas y lo vieron. Sentado en el centro como siempre y cubierto con la misma túnica. Descansaba sobre una superficie acolchada y de color azul, los Bäb-Kei lo rodeaban, miraron a los asaltantes con los ojos llenos de terror. El Adab Bäb invito a los extranjeros a pasar y acompañarlos. 

-Habéis regresado. 

-Vos ya sabíais que regresaría.- Sirye se sentó frente a él, sujeto su barbilla con suavidad y elevo su rostro para poder ver sus ojos. Estos estaban cerrados.- ¿No queréis verme? 

-Mis ojos ya no me permiten ver, los ciclos no han pasado en vano. Hace mucho que os marchasteis, ¿Por qué habéis regresado? 

-La situación ha cambiado, el bosque esta fuera de control. Pero vos ya sabíais eso.- Sirye espero una respuesta.- ¿Qué ha sucedido? Algo a pasado,¿Que visteis hace 20 ciclos y no le contasteis a Sheros? 

-Vos ya intuís que es lo que late en el interior del bosque, siempre temisteis que algo así pasara, pero no hicisteis nada. 

-Ten cuidado anciano, no olvides con quien estas hablando. 

-Siempre ansié poder conocer a un Dios, poder observar con mis ojos el inmenso poder que poseen al igual que el primer Adab Bäb. Pero no tuve suerte, llegáis demasiado tarde, ya no hay solución.-El anciano abrió los ojos y el color de sus pupilas había desaparecido, sus ojos eran blancos como la nieve.- Kurna vive entre ellas, no solo el, muchos de los guerreros Karmak. Primero cayo Sheros, Kurna desespero al no encontrar la Ka-Ha del lobo y la guerra empeoro, Ithos estaba a punto de caer. Cuando Sholem y los portadores cayeron empezó lo peor, las Ka-Ha jamás mostraron su forma a Kurna y las lanzo al interior de los montes Orkham. Muchos huyeron pero Kurna no tenia suficiente, el bosque había comenzado a crecer y en un ultimo grito desesperado entrego a la mitad de su ejercito a cambio de que las sombras lo aceptaran entre ellas. 

-Un mortal. 

-Vos ya sabíais que esto sucedería, jamás debisteis dejar el bosque a cargo de los hombres. 

-Confié que el corazón puro de los Shul protegiera la vida, no conté con Kurna. No podía negarme, el pacto con Sirkey me obligaba. 

- Ella es la última heredera de Sirkey, ¿Que haréis si muere? 

-Sirye ya no importa, debemos terminar con las sombras cueste lo que cueste. Cuando todo acabe regresare a mi lugar. 

-¿Por qué habláis de Sirye como si no estuviera aquí?- Dijo Milo. 

-Creo que os han dicho que guardéis silencio.-Respondió Sirye.

Anexo.

Todos dejaron la sala excepto el Adab Bäb y el Dios del bosque, estaban en silencio y Sirye observaba al devoto fijamente. 

-Hay algo que debo daros. Aunque no es para vos, si no para la hija de Sheros. –dijo el devoto. 

-¿Qué es? 

-Una carta de su padre. Regreso a Eldos-Beräm después de dejar a la niña en el sur, quería saber que fue lo que vi. 

-¿Y se lo contasteis? 

-Debía hacerlo. 

-De acuerdo, pero será la ultima vez que la veáis. Mañana regresare y Sirye no lo hará jamás. Despedíos si es lo que deseáis, pero recordad que las cosas fueron como debían ser. 

El anciano se levanto, camino lentamente a través de la sala hasta toparse con un pequeño cofre de madera. Introdujo la mano en su túnica y del interior saco una pequeña llave que introdujo en la cerradura. Recogió una carta, a Sirye por un momento le recordó el papel del libro de leyes del Shuls-Ha. El anciano clavo las rodillas en el cojín y entrego el escrito a la heredera. El papel era antiguo, el color amarillento lo delataba y su tacto era áspero. La mantuvo sobre sus manos unos segundo, mirándola atentamente. 

-Esta carta me la entrego vuestro padre, dijo que el día que regresarais os la entregara. 

-Así que vos y mi padre sabíais lo que iba a ocurrir. 

-Solo leedla. 


Ahí estaban las últimas palabras de su padre, arrancadas del libro de leyes. 

-Os recomiendo que esta noche descanséis en el templo y mañana emprendáis vuestro viaje. A vuestros compañeros les vendría bien una noche de descanso antes de la batalla. 

Sirye abandono la sala cabizbaja dejando al anciano tras ella, avanzo a través del pasillo cuando de repente una puerta se abrió. Una mano la agarro he introdujo en la habitación. 

-¿Qué esta sucediendo? 

Era Milo, recordó el día que la vio por primera vez pues la tenia aprisionada contra la puerta igual que un día ella lo tuvo a él. 

-No deberías estar aquí. 

-¿No vas a decir nada?- clavo su mirada en sus ojos. 

-No tiene nada que ver contigo. 

-Si que lo tiene. No lo comprendes, si estas en peligro me incumbe. 

-Porque habría de hacerlo, esta no es tu tierra. 

-Ni Amiran era la tuya, pero luchaste junto a mi padre y protegiste a Nurvak. ¿Por qué yo no habría de hacer lo mismo por ti? 

-Esto es algo muy diferente, no luchamos contra hombres. 

-No me importa. ¿Qué te sucedía? Parecías no ser tú antes. 

-Porque no lo era. Es… demasiado complicado Milo. Deberías regresar a casa. 

-No me iré. Luchare a tu lado y te protegeré. Juro que lo hare. 

Milo se acercó a Sirye, sus labios notaron el frio tacto de la joven y en la oscura noche tanto norte como sur se unieron, y por una sola vez fueron uno. 

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