Capítulos anteriores:
Libro 1.
La leyenda de las siete Ka-Ha -PROLOGO/1ª Parte: Las tierras del norte.
La leyenda de las siete Ka-Ha - PROLOGO/2ª Parte: El Clan de los Shul.
La leyenda de las siete Ka-Ha - PROLOGO/3ª Parte: Los cinco clanes.
La leyenda de las siete Ka-Ha - 4ª Parte: Una nueva era.
La leyenda de las siete Ka-Ha -5ª Parte: Bosque maldito (1ª y 2ª Parte).
La leyenda de las siete Ka-Ha - 7ª Parte: Guerra.
La leyenda de las siete Ka-Ha - 8ª Parte: Un nuevo comienzo.
Libro 2.
La sangre de la pantera - 9ª Parte: El camino del Sur.
La sangre de la pantera - 10ª Parte: El emblema de la pantera.
La sangre de la pantera - 11ª Parte: Viaje al Este.
La sangre de la pantera - 12ª Parte: Padre e hijo.
Tierras del Legado Nurvak, Pueblo de Martod.
15º Año del mandato de Jeraqc Braman, 18º Legado de Nurvak.
Estación del Caballo; Primer tercio, vigesimosexto día.
Martod no era grande, las casas se amontonaban cerca del bosque, pequeñas y destartaladas aquellas narraban la antigüedad del pueblo. Caminaron con las riendas de los caballos en sus manos hasta llegar a una de las casas más ancianas del lugar. Petro giro la cabeza y miro a la joven que caminaba tras el.
-Es esta, al fin hemos llegado. Puedes atar el caballo al otro lado de la casa, lleva también el mio. Si quieres acompañarme es tu decisión, las puertas de mi casa están abiertas para ti.
Sirye agarro las riendas del caballo de Allen y ato a los dos animales a una barra de madera que se encontraba en el lateral izquierdo de la casa. Justo enfrente de ella había una ventana, inclino su cuerpo intentando ver lo que dentro acontecía pero la poca iluminación del lugar le impidió ver nada. La joven decidió rehusar la invitación del comandante y esperar en el exterior de la casa. Descanso su espalda contra la pared del lugar y se sentó en el suelo. Saco la espada de su cinto y la apoyo en la pared junto a ella. Examino los alrededores y se dio cuenta que aquel pueblo no era muy diferente al suyo. La puerta se abrió y un chico se acercó a los caballos, este no se percato de la presencia del guerrero. Comenzó a peinar la crin que crecía del cuello del animal, distraído, inmerso en sus pensamientos. Aquel chico que acariciaba con suavidad el caballo se sorprendió cuando vio a la joven descansando.
-¿Supongo que eres uno de los hombres de mi padre?- Sirye alzo la vista, miro al niño por un segundo y volvió su vista al frente.
Avanzo a través de los caballos y se puso frente a ella.
-¿Eres uno de los capitanes de su división?- Lo volvió a mirar y negó.- ¿Pero estas en la 2ª división con el?- Ella asintió con la cabeza. – Veo que no eres muy hablador, me recuerdas a mi padre. Nosotros nunca hemos hablado mucho.
La joven se movió de su lugar e hizo una indicación al chico para que se sentara junto a ella.
-¿Llevas muchos años con el?- Ella alzo las manos y mostro el numero siete con sus dedos.- Vaya… has pasado mas tiempo con el que yo. Mi padre siempre ha esperado que cuando creciera me uniera al ejercito de Nurvak y lucháramos juntos.- miro a los ojos al joven Allen.- Pero yo no quiero unirme al ejército, no creo que la guerra solucione los problemas de Amiran… toda nuestra historia a sido una continua guerra. Supongo que esa es la razón por la que mi padre no quiere estar conmigo, cree que soy un cobarde.
Sirye comprendía el corazón de aquel niño, que temía la guerra igual que ella la había temido cuando era pequeña. La entristeció ver la distancia que separaba a aquel padre de su hijo. La puerta se abrió nuevamente y el comandante la atravesó, Sirye froto con suavidad la cabeza del chico y se levanto. Petro miro a su hijo.
-Enviare una carta a tus tías en Brumesa y ellas se encargaran de vosotros mientras tu madre esta enferma. Mandare un carro de caballos para que os transporten hasta allí. Hoy pasaremos la noche aquí pero mañana nos marcharemos.- Después se dirigió a Sirye- Descansa, mañana viajaremos hacia el sur, iremos al campamento de la 2ª División del este, visitaremos al Comandante Eman. Tal vez nuestro viaje no haya sido en balde y podamos ayudar en algo a Eman.
Petro regreso al interior de la casa, la tristeza en el rostro del niño se hizo presente y Sirye lo compadeció. Ella que siempre había admirado a su padre y el que siempre le había mostrado un amor tan incondicional, la apenaba ver como la relación entre padre e hijo se desintegraba poco a poco, día a día. Petro el que con el paso del tiempo se había convertido en un padre para ella en realidad era un padre duro y poco cariñoso con su propia estirpe, tan diferente al suyo. La mirada del niño se torno fría y vacía, reflejando el sentimiento de desamor que rompía su corazón, a Sirye le recordó a ella misma el día que tubo que abandonar su hogar y decir adiós para siempre a su padre. Se acercó al caballo rebusco en la bolsa que cargaba y finalmente dio con lo que necesitaba, un pequeño papel arrugado y doblado hasta el extremo. Volvió la mirada hacia el chico y desdoblo el papel una y otra y otra vez. Una vez extendido se lo entrego al chico. El chico leyó la palabra que había escrita en el.
-Loel… ¿no lo comprendo?- primero señalo las letras grabadas en el papel y luego dirigió ese mismo dedo hacia su pecho.- ¿Tu eres Loel?- Ella asintió.- Yo soy Milo.
Recogió el papel devolviéndolo a su forma inicial y lo guardo en la bolsa. Paso el brazo sobre el cuello del chico y lo invito a caminar. Pasaron la tarde juntos y Milo compartió sus añoranzas con la joven, el temor de la guerra, la enfermedad de su madre y los años que su padre había estado ausente lejos de Martod y de su familia. Sirye camino a su lado en silencio recogiendo todas las palabras del joven en su corazón. El día llego a su fin y la luna ocupo el lugar del sol en el azulado cielo, los dos caminaron de regreso a la casa, pero antes de entrar Sirye ofreció su mano al joven en señal de amistad para que este la estrechara.
-Supongo que no ha de preocuparme que hables con mi padre de lo que te he dicho.- Ella lo miro y negó una vez mas.- Esta bien, supongo que somos amigos.- Y Milo estrecho su mano.
El sol comenzó a nacer en oriente y junto a el los dos jinetes abandonaron el pueblo, pero la marcha de su padre no fue tan dura para Milo esta vez.
Tierras del Legado Nurvak, campamento de la 2ª división del este.
15º Año del mandato de Jeraqc Braman, 18º Legado de Nurvak.
Estación del Caballo; Primer tercio, vigesimoséptimo día.
Martod realmente estaba cerca de la frontera, aunque la batalla se situaba más al oeste del Pueblo. Los dos guerreros cabalgaron durante todo el día hasta que llegaron al campamento de la 2ª División. Allí el Comandante Eman los recibió. El Comandante Leas Eman, era un hombre de gran tamaño, con una gran tripa y grande como los arboles. Lucia una larga y oscura cabellera atada a la nuca y sus mejillas eran sonrosadas como las de un niño. Una gran cicatriz cruzaba su ojo derecho el cual ya había perdido su color y posiblemente también su vista. Portaba una espada tan enorme que Sirye pensó que probablemente seria tan grande como ella.
-¡Petro que alegría volver a verte!- dio un gran abrazo a Petro, como el que se dan dos hermanos que han pasado mucho tiempo separados. -¿Qué te trae por la frontera este?
-Amigo mio,- Petro palmeo la espalda de su compañero- he tenido que viajar a Martod para ver a Lirel, su salud anda algo dañada.
-No me digas eso compañero, ¿se encuentra bien? Algo de lo que debamos preocuparnos.- Agarro por los hombros a su compañero.
-No tranquilo, es este clima tan frio y seco del este, en cuando llegue de nuevo la estación de toro y la hierva vuelva a brotar seguro que mejora. Por ahora viajara a Brumesa para que sus hermanas la puedan atender y tal vez un clima mas húmedo haga que su salud se restaure por si sola.
Pero las cosas no irían tan bien como Allen creía.
-¿Vaya y quien es este joven que te acompaña? ¿No me digas que es Milo? Ya es todo un hombre.
-No, no es Milo. El viajara con su madre a Brumesa, solo tiene 14 años, aun es joven. Este es mi asistente, Loel.
-Pues bienvenidos seáis al campamento de la 2ª División del este, ¿durante cuanto tiempo disfrutaremos de vuestra compañía?- bromeo Eman.
-No abusaremos de tu hospitalidad, puedes estar tranquilo. En realidad quiero comentar ciertos planes estratégicos contigo.
-Muy bien, acompáñame.- Y los dos guerreros caminaron y charlaron.
Su estancia solo duro dos días, Petro no era un hombre al que gustara abandonar su lugar por mucho tiempo. Regresaron al oeste y allí continuaron con sus quehaceres diarios, entrenamiento, preparación de los nuevos reclutas y de nuevo más entrenamiento. Los años siguieron adelante sin que la paz de Nurvak se viera interrumpida pero un buen día la guerra en el este se torno mas violenta.
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