La leyenda de las siete Ka-Ha -PROLOGO/1ª Parte: Las tierras del norte.
La leyenda de las siete Ka-Ha - PROLOGO/2ª Parte: El Clan de los Shul.
La leyenda de las siete Ka-Ha - PROLOGO/3ª Parte: Los cinco clanes.
La leyenda de las siete Ka-Ha - 4ª Parte: Una nueva era.
También no he hecho reseñas, poco tiempo, pero ya tengo preparadas, dos, espero en el fin de semana irlas poniendo.
La leyenda de las siete Ka-Ha -5ª Parte: Bosque maldito (1ª y 2ª Parte)
Parte 1.
5ª GENERACIóN, CLAN SHUL:
Pueblo de Sholem. Ciclo 426 de Bërt-Ehm.
Primera estación, Shot-Em; Primer tercio, séptimo día.
El sol estaba en su esplendor y las duras ventiscas habían dado algo de tregua al pueblo, las calles estaban llenas de vida, los niños jugaban con la nieve y los hombres cargaban con sus obligaciones. Había que darse prisa, pues una vez caía el sol ni un alma recorría las calles, los Shul nunca salían de sus casas después de la puesta de sol y en las tierras del norte el día no duraba mucho. De los tejados salía el humo del hogar que les calentaba, gente sencilla, vivían en casas de piedra con duros tejados que los protegían de las fuertes nevadas que los sacudían durante casi 2 de las estaciones. Las casas de los siete portadores separaban al pueblo del gran Bosque, eran el límite que ningún Shul podía traspasar. Todos tenían muy clara la 2ª Ley, "Respeta y teme a Sheika, jamás debes entrar en el, solo los portadores de la Ka-Ha podrán cruzar su umbral."
En el centro se hallaba la casa del Shuls-Ha con el emblema del lobo, líder de los Shul. A su izquierda la mas cercana la casa de la familia Shik-Ha, con el emblema del jabalí. El portador Shohal, de apariencia ruda en realidad era un hombre dulce. Su imagen recordaba a la de Sheros, cabello negro y larga barba oscura. Vestía con ropas de color negro, botas de piel gruesas para proteger sus pies del frio y una larga capa del mismo color ornamentada con bordados de jabalíes en color verde. Después, la casa de la familia Brahakmar, con el emblema del oso. El portador Brektöl era un hombre de inmenso tamaño, fuerte y gran herrero. Recogía su cabello en una trenza que caía por la parte izquierda de su pecho. Vestía siempre con cueros de animales que el mismo cazaba y piel que el mismo curtia. Sobre su espalda una gran capa de color oscuro caía, al final de esta se erguían fieros osos de color marrón. La última a este lado, la de la familia Shel-Dea, con el emblema del zorro. La portadora Syask era la única mujer que portaba una Ka-Ha en aquella generación. De figura esbelta, Syask era la cazadora más experimentada de todo el clan. Sus ropas también eran oscuras y su melena ondeaba al viento. Su capa contenía zorros anaranjados. A la derecha la más cercana, la casa de la familia Thalos, con el emblema del ciervo. El portador Sylk el más anciano de todos, cubría su cuerpo con una túnica de gruesa tela y la capa bordada, ya apenas se veían los ciervos grises que contenía. Después, la casa de la familia Shulet, con el emblema del gato montes. El portador Atkmar era el mas joven de los portadores, con un espíritu inquieto era un grandioso explorador. Su padre desapareció en el bosque Sheika, Atkmar acompaño a los portadores en su busca pero solo encontró la Ka-Ha de su padre. La capa de este estaba decorada con gatos monteses de hilo marrón. Y por ultimo la casa de la familia Bertos, con el emblema de la ardilla. El portador Bertam era un hombre de paz, mas interesado en la literatura que en la lucha, tenia la mas grandiosa colección de libros y rarezas en su casa. Su capa que fue de su padre y antes de este del suyo, tenia pequeños animales, ardillas del color del fuego. Ellos protegían al Clan de la oscuridad del bosque.
Sheros y sus hombres se habían reunido en el patio trasero de su casa, una vez más frente a frente con Sheika.
-Amigos, os he llamado aquí porque algo sucede dentro de este bosque. Algo ha despertado en Sheika, nunca hemos tenido que luchar contra las sombras, pero creo que eso esta a punto de cambiar.
-¿Porque crees eso Sheros?- pregunto Sylk el mas anciano de los portadores.- Las sombras hace mucho que abandonaron el bosque.
-¿Y como sabes tu eso Sylk? Que nunca las hayamos visto no significa que no estén.- contesto Sohal.
-Yo he sido el hombre que mas veces ha cruzado el umbral y jamás las he visto. He estudiado este bosque a lo largo de muchos años y nunca he visto nada que se asemeje de las bestias de las que Sirkey el primero dejo constancia en el libro de leyes. Tal vez se hayan marchado, tal vez ya no habiten en Sheika.-contesto el anciano.
-O puede que estén esperando a que creamos que no hay peligro para atacar. ¿Acaso has olvidado a Aminot? ¡Entro en el bosque y desapareció! Solo pudimos encontrar la espada maldita sea.-Con furia en sus ojos encaro al anciano.
-¡No importa!- el enfado de Sheros se hizo presente.- No importa lo que creamos, nuestro deber es proteger a todos de ellas y es lo que haremos. Esta tarde, dos horas antes del atardecer nos adentraremos en Sheika. Atkmar, tú nos guiaras. Sohal, Brektöl y Syask vosotros vendréis conmigo, exploraremos el bosque para asegurarnos de que no hay amenazas cerca del umbral. Sylk y Bertam, no hace falta que vengáis, quedaros en el pueblo por si algo ocurriera. Comed, descansad y luego nos reuniremos. -Sheros se dio la vuelta pero antes de marcharse.- Bertam, espera, no te marches. Tengo algo que pedirte.
-Si Shuls-Ha, decidme que necesitáis.
-Necesito que viajes a la ciudad amurallada de Ankar, en las llanuras de Atnes-Rä, y que te reúnas con Thos-Ä. Dale este mensaje; Algo sucede, no sé que es, pero que se mantengan alerta por si el Clan Karmak decide atacar. Confío en el para que nos ayude. También dile que Sheika esta diferente, ha cambiado. Él lo entenderá. Gracias Bertam.
-Saldré ahora mismo Shuls-Ha, le entregare en mensaje al Kot-Räk antes del anochecer.
-Viaja con cautela hermano.
Sheros no conseguía apartar la angustia de su corazón, la incertidumbre no le permitía dormir, ni comer ni disfrutar de los ratos que compartía con su familia. Por primera vez se vio frente a su mayor temor y no podía escapar de él.
Sheros y sus hombres cruzaron el umbral.
7º KOT-RÄK, Mandato del Gran THOS-Ä, CLAN ATKORA:
Llanuras de Atnes-Rä, Límites de Ankar. Ciclo 426 de Bërt-Ehm.
Primera estación, Shot-Em; Primer tercio, séptimo día.
Bertam cabalgaba veloz por las llanuras y el sol a su espalda cerca del ocaso se hallaba, podía atisbar a lo lejos las colinas donde Ankar se encontraba. El basto paraje era tan diferente de su tierra, parecía que se hallaba a millas de casa y apenas se había alejado, pero la tranquilidad de haber dejado atrás el horror de Sheika apaciguaba su alma. ¿Que seria de sus compañeros? Esperaba que el anciano Sylk estuviera en lo cierto y que las bestias hubieran abandonado aquel lugar, pero su corazón al igual que el de sus compañeros portadores, les decía que no se habían alejado tanto como ellos gustarían. ¿Que era lo que atemorizaba a Sheros? ¿Que podía sentir el que ellos no lograban comprender? Bertam alzo la mirada al frente y abandono sus inquietantes pasamientos, entonces dos grandes sombras logro distinguir a su frente. Dos fornidos jinetes le dieron el alto, sobre sus caballos, aguerridos hombres con cueros finos y de color tostado cubrían su cuerpo. Portaban armas, largos cabellos de colores rojizos y oscuros ojos curiosos lo observaban.
-¿Quien eres extranjero? ¿Y que te trae a las llanuras de Atnes-Rä?-Dijo el primero, el mas grande y que un escudo de color verde portaba.
-Soy Bertam, del Clan Shul. Mi Shuls-Ha, Sheros, me envía para darle un mensaje importante al gran Kot-Räk.
-¿Shul? ¿Y como sabemos que no nos quieres engañar y eres un espía del Clan Karmak, eh extranjero?- Volvió a hablar el primero.
Bertam, hombre tranquilo y pacifico, noto que su paciencia tarde o temprano se iba a agotar y les mostro lo que su oscura capa ocultaba. La madera rojiza tomo protagonismo sobre en fondo negro, la cinta azul de un tono sombrío que del puño de la espada pendía danzaba con suavidad al compas de la brisa que en la llanura soplaba. En el extremo contrario pequeños roedores parecía que corrían por la vaina, talladas en la suave madera, las ardillas del emblema de un portador. Un arma única, conocida por todos los clanes.
-¿Sabéis lo que es esto? Porque si no la veis bien, tal vez mas cerca de vuestro cuello os muestre que soy un Shul.- Agarro con fuerza la azulada empuñadura y con mirada amenazante a los jinetes.-No tengo tiempo que perder, urgente es el mensaje que traigo.
-Discúlpanos portador, en estos últimos tiempos toda precaución es poca. Nosotros mismos te escoltaremos hasta la fortaleza de Ankar.
Los tres hombres cablagaron hasta que se toparon con la muralla de la fortaleza que se alzaba sobre sus cabezas como una montaña. Cruzaron la gran puerta, atravesaron las bastas chabolas y las curiosas miradas de los Atkora, lugar en el que todas las caras eran familiares.
-Síguenos, te guiaremos hasta el Kot-Räk.- Dejo el gran escudo verde junto a su montura y a Bertam acompañaron al interior de la gran casa.
La sala principal contenía hermosos tapices con bellas amazonas cabalgando por verdes praderas, una larga mesa de madera presidia la sala y en ella varios hombres y mujeres disfrutaban de la comida.
-Gran Kot-Räk, te traemos a este hombre que asegura portar un mensaje importante del Shuls-Ha.
-Gran Kot-Räk, soy Bertam del Clan Shul, traigo un importante mensaje.- Aparto la capa de su pecho y la Ka-Ha dejo que todos pudieran ver.
-¿De Sheros dices? Acompañadme, vayamos a una estancia mas tranquila.
Abandonaron la sala y un gran silencio dejaron tras ellos.
-Es extraño ver a un Shul por estas tierras, y aun más un portador lejos del límite del gran bosque, debe ser muy importante ese mensaje que traeis. Decidme pues Bertam del Clan Shul, que sucede.-La preocupación en el rostro de Thos-Ä era visible, su nerviosismo contagio a Bertam que no sabia exactamente como darle el mensaje de su señor.
-El mensaje es algo extraño, las palabras de mi señor fueron estas; Sheika esta diferente, ha cambiado. Algo sucede, no sabe que es, pero debe mantenerse alerta por si el Clan Karmak decide atacar. Confía en vos para que nos ayude.- Bertam respiro profundamente.- Dijo que vos lo entenderías.
La mirada de Thos-Ä se perdió en la nada durante unos segundos, pero rápidamente se acercó a Bertam y lo atrajo hacia el alejándolo de la puerta.
-Aquí lo llamamos el gran bosque, jamás por su nombre. Es un vocablo que aterra a los habitantes de estas tierras, por favor, no vuelvas a mentarlo. Comprendo perfectamente el mensaje de Sheros, ahora marcharos y decidle que estaremos preparados para lo que sea que se avecine. Llevadle este mensaje también, el primer día del siguiente tercio un hombre de Atkora llegara a vuestras tierras, será un vigía, espero que le sirva a Sheros para nuestros propósitos.
-Discúlpeme Gran Kot-Räk, pero nosotros los Shul nunca bajo ningún concepto, viajamos ni pisamos la tierra durante la noche. Si no es molestia pasare la noche en Ankar, cualquier catre me valdrá.
-No, claro que no. Olvidaba ya la 4ª ley; Ningún miembro del Clan saldrá de su hogar ni vagara por la tierra una vez anochezca. Extraños hombres los de vuestro clan, valientes guerreros que temen a la oscuridad.-dijo Thos-Ä mientras admiraba la belleza de la Ka-Ha.- Serás nuestro invitado de honor Bertam del Clan Shul, así tendremos algo por lo que festejar. Mis hombres dispondrán una cama para que puedas descansar.
Parte 2.
9º MANDATO, CLAN KARMAK:
Pueblo de Sholem. Ciclo 426 de Bërt-Ehm.
Primera estación, Shot-Em; Primer tercio, séptimo día.
La suerte sonreía al guerrero, parecía que ninguno de los portadores estaba en el pueblo. El día comenzaba a oscurecerse y la luna comenzaba a arrebatarle su lugar al sol. Con el manto que le aportaba la oscuridad del crepúsculo, el hombre del Hak rodeo el pueblo hasta que sus ojos se toparon con el bosque. Avanzo a través de los patios traseros de las siete casas de los portadores, pisando con suavidad la nieve para no dejar sus huellas en ella. Escucho en la distancia la risa de una niña que jugaba en el patio trasero de la casa central, rompiendo el silencio. Ahí estaba, tan frágil, tan fácil. Aquella niña era el legado de todo un clan, el ser que un día se convertiría en el mayor guerrero de los Shul, la portadora de la Ka-Ha del lobo. Sin descendencia, el Shul-Ha colapsaría, todo su mundo se derrumbaría y el ansiado tesoro llegaría a manos del Hak. Este le otorgaría su poder, el poder de dominar las tierras del norte, de erigirse rey. El nerviosismo era palpable, no podía fallar, solo tendría una oportunidad para acabar con la vida de la joven heredera. El viento soplaba, pero las hojas de Sheika no se movían, parecía que estuvieran expectantes, observando al cazador, esperando ver el resultado que daría aquella arma, mensajera de muerte. Apunto su flecha, con calma, se tomo su tiempo y disparo.
5ª GENERACIóN, CLAN SHUL:
Pueblo de Sholem. Ciclo 426 de Bërt-Ehm.
Primera estación, Shot-Em; Primer tercio, séptimo día.
Se adentraron en el gran bosque, en sus ramas no había pájaros y no correteaban los roedores en busca de alimentos. No veías grandes venados comiendo la hierba que crecía bajo la nieve, no había vida. Los troncos de los arboles cada vez eran mas gruesos y las raíces sobresalían de la tierra, la enramada cada vez era mayor y permitía que unos pocos rayos de luz atravesara las hojas. La oscuridad los abrazo dándoles la bienvenida. Las grandes sombras que crecían de las ramas de los arboles parecía que siguieran el paso de los intrusos, acechándoles ocultos. Un sonido en las distancia alarmo a Sheros, examino el lugar pero su vista no alcanzaba a ver nada. Llamo la atención de Brektöl que era el más próximo a él.
-¿Lo habéis oído?-dijo en un susurro.
-Si, creo que venia de este lado del bosque, Syask y yo iremos a echar un vistazo. Vosotros continuad.
-No os alejéis.
Siguieron caminando sin perder de vista a sus compañeros, siempre moviéndose entre los escasos claros del bosque, las silueta que dibujaban las ramas tras Sheros parecían alargarse como si quisieran agarra al guerrero. Los demonios estaban inquietos, hacia mucho tiempo que no cazaban una presa, pero el objeto que estos hombres cargaban hacia que las sombras dudaran. La noche estaba próxima, la luz del sol comenzaba a apagarse y caminar por el bosque durante la noche era un riesgo que no cometerían, Sheros llamo a sus compañeros.
-Regresaremos en dos grupos, Brektöl vendrás con migo. Vosotros regresad y hacer un barrido de todo el umbral desde la primera casa hasta la ultima. Nosotros revisaremos el árbol negro y regresaremos.
Continuaron y se cruzaron por el camino con cientos de grotescos arboles. Tras ellos se ocultaba el más grande y tenebroso de todo el lugar. Aquella monstruosidad que parecía alcanzar el cielo con sus ramas los hacia sentir como diminutos seres, indefensos y a su merced. Pero como las escasas veces que habían merodeado por aquel bosque, nada se había movido de su lugar. Los vientos de la montaña azotaban con fuerza el pueblo, pero las hojas de la arboleda ni se inmutaban. Contemplaron al gigante casi con admiración, Sheros se acercó a él poniéndose a su frente y comenzó a hablar.
-La primera vez que vi este árbol recuerdo que vine acompañado de Sohal y mi padre, fue el día que me entrego la espada. Lo hizo justamente en este lugar. Aunque recuerdo vagamente sus palabras hay algo que nunca olvidare; "Aquí se ocultan las pesadillas que atormentan a los hombres, se nutren con sus grandes raíces del mal, el odio, el temor y el sufrimiento que los hombres vierten en la tierra y solo al abrigo de la noche se atreven a merodear por este lugar maldito. No permite entrar la luz porque a sus criaturas delataría, y el sol del nuevo día las hace desaparecer como el hombre que al despertar deja los malos sueños atrás. Nunca te pierdas en su oscuridad hijo mio, no dejes que el temor inunde tu corazón. Lucha contra ellas y el Dios del bosque te protegerá."
El sol se marcho y se hizo la oscuridad.
9º MANDATO, CLAN KARMAK:
Pueblo de Sholem. Ciclo 426 de Bërt-Ehm.
Primera estación, Shot-Em; Primer tercio, séptimo día.
La clavo en su corazón, su afilada punta entro en su pecho y el brillante acero cubierto del rojo liquido desgarro la tela en su espalda atravesándola. La niña cayó, su sangre mancho la nieve pura con su oscuro color, cuando su último aliento escapo todas las hojas del bosque se agitaron y las bestias de Sheika gritaron. El guerrero se tapo las orejas pues el alarido de Sheika desgarraba sus oídos. Aterrorizado por el sonido del bosque y el palpitar de los arboles huyo del lugar, dejando detrás el arco con el que había matado al ultimo heredero de los Shul. Atravesó los muros bajos que dividían los patios uno tras otro hasta dejar el lugar atrás, recogió su caballo y cabalgo lejos, tan lejos que apenas podía distinguir el pueblo del paisaje que lo rodeaba.
5ª GENERACIóN, CLAN SHUL:
Pueblo de Sholem. Ciclo 426 de Bërt-Ehm.
Primera estación, Shot-Em; Primer tercio, séptimo día.
El bosque se estremeció y Sheros sabia que había sucedido, aquello que tanto lo atemorizaba. Creyendo que el mal vendría de Sheika jamás imagino que todos sus miedos serian tan mortales.
Corrió de vuelta al pueblo, cuando atravesó el umbral lo comprendió todo. Allí estaba, el cuerpo de su pequeña. Todo lo que tenía en el mundo, ya no quedaba nada. Tanto tiempo temiendo a las sombras y seria un simple hombre el que le arrebatara todo. Sheros cogió a Sirye en brazos y se adentro una vez más en el bosque.
-¡Espíritu, espíritu! ¡Por favor, ayúdame! Tú prometiste al primero de nosotros ayuda a cambio de que nosotros vigiláramos el bosque por ti. Ahora te obligo a que cumplas tu promesa, aparece ante mí. ¡MUESTRATE!
Sheros desesperado se desplomo en la baldía tierra de Sheika, todas sus creencias eran humo que se desvanecía entre sus dedos. Cuando Sheros se había dado por vencido vio una sombra distante y dos brillantes ojos amarillos que se acercaban a él.
-¿Quien eres mortal?- Pregunto el lobo, y el sonido retumbo en todo el bosque.
-Soy Sheros, heredero de Sirkey. Tú hiciste un pacto con el primero de nosotros, le entregaste la primera y única Ka-Ha, la espada del Dios de Sheika. Nosotros siempre hemos cumplido con nuestra parte del pacto, ahora te exijo que cumplas con la tuya y me ayudes.
-¿Después de tanto tiempo vienes a mi con exigencias? Que seas el portador de esa Ka-Ha no significa que deba ayudarte. Solo si lo que pides es justo decidiré si te otorgo mi ayuda. Dime, que quieres.
-Es mi hija, mi única heredera. Ha muerto. Algún salvaje ha atravesado su pecho con una flecha. Era una buena niña, eso es todo lo que era. Hubiera sido la siguiente portadora, ya no tengo mas herederos ¿Que voy a hacer si la dejas morir? Ya no podremos proteger a los demás de las sombras. Devuélvele el pulso, haz que vuelva a vivir. Te lo ruego espíritu.
-No puedo hacer que esta alma que se ha marchado regrese a la vida, no poseo nada para reclamar esa alma como mía al dios de la muerte. Lo lamento guerrero.
Sheros miro al lobo con lagrimas en sus ojos, aquellos que una vez fueron azules, se volvieron negros. La niña inmóvil comenzó a deslizarse por los brazos de su padre, y la sangre comenzó a correr por las ropas del Shul.
-Pero escucha portador, ese no es el fin. Puedo concederle mi corazón a tu hija, así volverá a vivir. Aun así debes comprender lo que esto conlleva. Jamás volverá a ser quien fue, llevara el corazón del lobo en su pecho. ¿Comprendes lo que te digo portador?
-Sálvala, lo demás no importa, solo sálvala.- las lagrimas de Sheros recorrían sus mejillas empapando su barba, y finalmente perdiéndose en la tierra.
El Dios del Bosque le concedió su corazón a la joven y regreso del valle de los muertos. Sheros asombrado la abrazo con todas sus fuerzas contra su pecho.
-Gracias, espíritu, gracias.
-No todo termina aquí, lo que ahora voy a contarte nunca deberá ser desvelado. La Ka-Ha que le di a Sirkey el primero, no era la única, no era la Ka-Ha del Dios de Sheika. Ningún hombre puede tocarla, su tacto helaría su sangre y el poder de esta no se desvelaría ante un mortal. Las Ka-Ha solo muestran su verdadera forma ante el que elijen como portador, se muestran dormidas cuando otros las empuñan, por eso solo los de vuestra misma sangre pueden cargar con ellas. Pero esta es diferente, solo despierta ante mí. Esta es la espada del Dios, la primera.
El espíritu deposito la espada frente a Sheros, quien con asombro contemplo el arma. Negra, como las ramas del bosque, en fino metal brillante tenía las siluetas de feroces lobos que mostraban sus colmillos grabados. Las raíces bajo ella en hielo se tornaban, tenia ante sus ojos la espada de un dios. Que ingenuo Sirkey creyendo que portaba el acero del lobo.
-Todo el poder que ahora tu heredera alberga en su pecho se encuentra sellado en esta Ka-Ha, así permanecerá hasta que ella y solo ella la desenvaine, en ese momento el poder del Dios se desatara y la poseerá. El sello que lleva grabado esta espada en su hoja difiere de las otras siete, este contempla un pacto de sangre, que unirá su alma a la de Sheika por toda la eternidad. Ya que mi corazón le he cedido ella se convertirá en la guardiana del gran bosque y algún día mi lugar deberá ocupar. Nunca deberá usar ese poder para dañar a otros, solo para proteger la vida, únicamente en ese caso podrá liberar el poder del espíritu del lobo. Estas palabras serán las últimas que te diga heredero del primero, pues ya he cumplido con la promesa. Nunca volveré, me retiro, abandonó este bosque y regreso a mi hogar. En vuestras manos dejo portar tan grande y pesado deber.
El lobo en su último aliento se desvaneció ante los ojos de Sheros que recogió la Ka-Ha. En cuando la toco helo su piel, su tacto era insoportable para el, lo quemaba. La envolvió en su capa y regreso a través del bosque hasta su hogar.
Cuando Ilitana los vio llegar a través de Sheika, un alarido de horror agito el paisaje, alertando a los portadores que del mismo paraje regresaban. Corrió hacia su esposo y a la pequeña le arrebato de sus cansados brazos.
-Toda esa sangre... no puede ser ¡No!, ¿Que has hecho Sheros, que has hecho?- las lagrimas escapaban de sus ojos, su bello rostro solo inspiraba horror.
-Ella esta bien, Él la ha salvado.- gimió Sheros.
-¿El? ¿Quien? ¿Quien la ha salvado, que ha sucedido?
Después del ataque a su pequeña, Sheros e Ilitana tomaron la decisión de esconder a su heredera de los ojos de los Karmak y dejar que el Hak creyera que su acción había tenido éxito. No podían permitir que Kurna lo volviera a intentar y a ojos de todos los clanes a su hija enterraron, junto al resto de los Shul, la lloraron y despidieron. Pero en la oscura noche Ilitana Sholem atrás dejo, y a su hija a un paraje mas tranquilo y alejado de la atenta mirada le los Karmak llevo.
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