Si, ya se, ya se... en realidad no hay ninguna otra razón para ponerle "Sweet Home Alabama" a este capitulo, mas haya del hecho de que era justamente la canción que estaba escuchando en ese momento, y no se me ocurrio otro nombre, así que lo deje así. En fin, este capitulo es un tanto mas tirado al humor, pues algo que siempre he querido escribir es comedia, y no pude evitar hacerlo. Si quieren es capitulo relleno o lo que quieran, pero... bueno, espero les guste.
Capitulo 1 - Prologo.
Capitulo 2 - ¿La advertencia?
Capitulo 3 - Base Lunar.
Capitulo 4 - Seguridad.
Capitulo 5 - VF-5000 Star Mirage.
Capitulo 6 - Los Tri-Star.
Capitulo 7 - Guerra.
Capitulo 9 - Sweet Home Alabama.
Música recomendada para escuchar mientras se lee.
Se logró rechazar a los zentraedi,
y estos se retiraron, las bajas de nuestras fuerzas fueron mínimas, pero nada
de esto resultaba relevante en la base lunar, pero ni de cerca. Todos,
absolutamente todos, incluido yo mismo, queríamos conocer a la famosa Komilia
Maria Fallyna Jenius, y el saber que esta se encontraba a bordo de la base
lunar alboroto a todo mundo.
Cuando por fin llegue al hangar
donde esta celebridad se hallaba, ya estaba atestado de personas que se
aglutinaban a su alrededor para pedirle, o bien un autógrafo o una foto con
ella. Me fue difícil acercarme hasta donde esta se encontraba, la cual solo
lograba evitar a toda esa gente dado que su compañero y ala, Loto, junto con
Kara y Yang evitaban que alguien abrumara a la joven teniente.
Cuando por fin lograron salir de
todo ese barullo, es que llevaron a Komilia al camarote de Kara. Más tarde es
que me encontré con ellos allí. Toque a la puerta y la que me abrió fue la
misma Kara.
— ¿Isacc?,
¿Qué haces aquí? — me dijo con enfado Kara.
— Ya sé que la tienes aquí… ¿puedo verla? — dije suplicante.
— ¡Claro que no! De todos los locos de esta base, eres el
último con el cual ella debería de tener algún contacto. ¡Largate!
— ¿Te das cuenta que lo que haces es equivalente a un
secuestro?
— Es protección a testigos en todo caso, ¡ahora lárgate!
Y con eso Kara me cerró la puerta
en mi cara. Me quede unos segundo afuera esperando a que se arrepintiera de su
decisión pero nada, entonces me di la vuelta y empecé a caminar desanimado,
pero en eso me llamaron y gire.
— ¡Oye!
¿Acaso eres amigo de Kara? — me dijo Komilia para
mi sorpresa.
Mis ojos brillaron al
contemplarla, era sencillamente adorable, no es que Kara fuera fea, la verdad
es que era muy atractiva, pero la teniente Komilia se vea tan fina y adorable,
como un autentica muñeca de porcelana, con un rostro que reflejaba completa
ingenuidad y nada de malicia… ¡era sencillamente adorable! No sé exactamente lo
que me paso, pero cuando me percate me abalance sobre la teniente, y la tome en
mis brazos. Era sumamente ligera y suave, me sentía como bendecido por los
mismos dioses… desafortunadamente ese sentimiento no duro, cuando sentí el puño
de Kara en mi rostro, el cual me hizo soltar a Komilia.
— ¡Pervertido!
— me grito Kara con el rostro completamente rojo,
la verdad no terminaba de entender aquello.
— ¿Se puede saber porque siempre eres tan agresiva?, ¿no
puedes ser como la teniente Komilla y ser más linda? — respondí con enfado al
tiempo que me sobaba la cara.
— Este… no es necesario que se peleen, si son amigos
pueden arreglarse de una forma u otra —
dijo Komilia tratando de mediar en la situación, se notaba nerviosismo en su
voz.
— ¿Amigo? Jamás tendré tal parentesco con un maníaco como
ese — declaro molesta e indignada Kara.
— Si pero aun así… — intento continuar Komilia, pero esta
vez quien interrumpió fui yo.
— No se preocupe teniente… la verdad es que tal vez si
tuve algo de culpa. Como mi madre diría, tengo la diplomacia de un puercoespín.
Como sea, espero no haberla hecho sentir incomoda teniente.
— No… no se preocupe, fue un poco sorpresivo, pero no fue
nada que deba de lamentar — respondió Komilia muy afable, al tiempo que Kara me
veía como extrañada.
Del cuarto de Kara emergieron
Loto y Yang. Loto se quedó en el arco de la puerta.
— Supongo
es el precio que debes de pagar por ser tan popular teniente — dijo burlonamente Loto.
— ¿Y dónde estabas tú por cierto? ¿Se supone que debes de
cuidarme como mi ala? — respondió Komilia.
— Solo en el aire teniente, solo en el aire.
— ¡Fastídiate Loto! — repuso Komilia ante la declaración
tan cínica de Loto.
A esto Loto rio maliciosamente.
De repente sonó el bipido del intercomunicador de Komilia, y esta respondió, de
este se oyó una voz grave y profunda.
—
¿Dónde estás Komilia?
—
¡Tío!, lo siento, es solo que…
—
Mmm… no tienes que explicar nada. Solo ven al
hangar 7 de la base. Allí te espero.
—
Si tío, voy para allá.
Komilia cerró la comunicación y
se giró hacia Kara.
— Kara…
¿de casualidad sabes dónde está el hangar 7? —
dijo dulcemente Komilia.
— Si, ¿quieres que te lleve? — respondió Kara.
— Si no es mucha molestia…
— No hay problema, sígueme.
Kara pasó por delante de mí sin
mirarme siquiera, seguida por Komilia, que me sonrió antes de irse (que bella
sonrisa), y Loto. Este último se despidió de mí y Yang.
—
No vemos después chicos — dijo mientras hacia la señal de la victoria.
Me quede viendo como Komilia se alejaba hasta
que la perdí. Yang se me acerco.
—
Parece que quedaste prendado de la teniente.
— Es
como un ángel — respondí tontamente, a lo cual
Yang suspiro como si no tuviera remedio.
— Por cierto, no te lo había dicho, pero Karen me dijo que
la vieras en la exclusa número 4.
— ¿Te dijo para que era?
— No, solo me dijo que fueras para allá.
— Supongo será algo de trabajo, en fin. Yang, regresa al
hangar y checa que todo esté bien con el VF de Kara y Loto.
— ¿Y que hay con el de la teniente Komilia?
— Ese no te atrevas a tocarlo, que de ese me encargare yo
mismo en persona.
— ¡Como quieras!, siempre haces lo que quieres — repuso
Yang al tiempo que se retiró del corredor.
Karen, por cierto, era una de los
300 espartanos de Andrés, de hecho esta era la segunda al mando. Y antes de que
Kara llegara a la base, era con Karen y los 300 espartanos que pasaba la mayor
parte de mí tiempo, de hecho Karen también era pelirroja y de la edad de Kara.
Después de todo, estaban lo suficientemente locos como para probar mis
brillantes inventos en sus Destroids.
Después de un rato es que llegue
a la exclusa, me puse un traje espacial, y salí de la base. Afuera se
encontraba Karen junto con otros tres de los 300 espartanos. El primero, Michael
Ninorich, era un sujeto que parecía un niñato, aunque solo era 3 años más joven
que yo, era un tanto raro, porque pareciera que siempre estaba con los nervios
de punta. El segundo era Terry Sanders, un sujeto que parecía tener ascendencia
de aborigen australiano, descendiente de hecho de los supervivientes que se
lograron refugiar en el gran cañón de Australia. Y finalmente Eledore Massis, a
parte de su larga melena, este tenía la manía de que algún día se convertiría
en productor de música, así como ser el descubridor
de la siguiente Minmay.
Me acerque a ese grupo y encendí
mi intercomunicador.
—
¿Qué sucede Karen? ¿A qué se debió que me
invocaran?
Todos se me quedaron viendo, un
poco sorprendidos, hasta que Eledore empezó a reír. No entendía a que se debía,
hasta que Karen me lo explico.
—
Isacc… ¿te has visto en un espejo?
— ¿Un
espejo?... no, ¿debería? — dije mientras miraba
como Eledore se doblaba de la risa.
— Dime
algo Isacc — dijo Karen mientras me abrazaba con
un brazo — ¿te volviste a pelear con la princesa guerrera?
— ¿Princesa guerrera? ¿Te refieres a Kara? — dije con
enfado a lo cual Karen asintió con la cabeza — Esa mujer se abalanzo sobre mi sin… bueno no
exactamente sin razón… ¡ash! Solo dime para que me llamaste para acabar con
esto pronto.
— De acuerdo, de acuerdo — dijo Karen con tranquilidad.
— Seguro son problemas en la cama — murmuro Eledore a
Michael, pensando que no lo había escuchado. Pero sorpresa, el estúpido no cerró
la comunicación con los demás. Pero sencillamente no hice caso.
— Mira esto — dijo Karen al tiempo que me daba una Tablet.
Tome el dispositivo, en esta
habían unas fotografías tomadas por uno de los satélites. En esta se hallaban
los restos de una nave zentraedi que no era nuestra. No tenía nada de especial,
hasta que…
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